La mujer que cosía alas


Todavía me acuerdo de nuestra primera entrenadora de baloncesto, teníamos unos 9 años, se llamaba Gloria y fue nuestro primer y único referente femenino en el deporte por aquellos años, donde en las clases todavía había debates sobre machismo y feminismo, como si tuviéramos que posicionarnos entre una cosa y la otra.

A su lado nos sentíamos fuertes, importantes, únicas, aprendimos a lanzar tiros libres, a hacer entradas, bandejas, cruces y a creer en nosotras. Teníamos un cuarto, el del material, un lugar que olía a plástico y donde, además de guardar los balones, las colchonetas y los bancos suecos, conversábamos, nos echábamos réflex y planificábamos los partidos. Éramos muy felices. Después tuvimos que cambiar a balonmano, no me acuerdo muy bien por qué, y toda esa complicidad se esfumó, rompiéndose todo lo que habíamos construido. Sin ella, entrenar ya no era divertido, ni interesante.

De mi infancia solo retengo el nombre de Arancha Sánchez Vicario como referente en el deporte femenino. Mi pasado está plagado de ídolos masculinos: fútbol, baloncesto, ciclismo, atletismo, motociclismo... Hasta en el colegio los que destacaban en el deporte eran los chicos, tanto en los individuales como en los de equipo. Nosotras no interesábamos. Ellos tenían la fuerza, la estrategia, la velocidad, el coraje, el carisma, la iniciativa, por eso eran los dueños del balón, los reyes del patio. El día que nosotras corríamos más rápido o éramos más hábiles jugando al pilla pilla, no contaba.

Los hombres siempre lo han tenido más fácil, sin tener que demostrar que valen para ello. Se ha dado por hecho de que son capaces de levantar pesas, jugar bien al fútbol o pilotar un coche de carreras, porque son fuertes, valientes, 'echaos pa'lante'.

Sin embargo, las mujeres estábamos en la grada, admirando sus títulos, su éxito y alabando la recompensa de sus hazañas. Nadie daba un duro por nosotras.

Así ha sido toda la vida, tanto que todavía hoy existen competiciones con desigualdad en los premios. La campeona de Europa de Trail, Azara García de los Salmones, lo denunciaba hace poco en sus redes sociales. También hay que escuchar que tenemos menos fuerza para conducir una moto (en palabras de Jorge Lorenzo) o que es normal que ganemos menos sueldo que los hombres en el tenis (en palabras de Rafa Nadal). La diferencia es que esto antes se veía como algo completamente normal y ahora chirría.

Las niñas necesitan referentes femeninos, mujeres en las que verse reflejadas. Comprobar que sí se puede, que son capaces de hacer una ultra trail, escalar una montaña, conducir una moto, ganar al fútbol, levantar pesas, hacer dominadas o pilotar un coche de carreras.

En estos últimos años he conocido a mujeres luchadoras, fuertes, valientes, perseverantes, invencibles, con determinación. Algunas he tenido la suerte de verlas en persona, porque corrían y corren a mi lado, y a otras las sigo en las redes sociales o a través de los medios de comunicación (tengo pendiente un post con sus perfiles).

Sin saberlo, aquel equipo de niñas de baloncesto había descubierto la sororidad. La antropóloga y feminista Marcela Lagarde la define como "una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo, una alianza entre mujeres, propiciando la confianza, la solidaridad y el apoyo mutuo para lograr el empoderamiento de cada mujer". Nuestra entrenadora cosía nuestras alas para volar alto, siempre en bandada. ¿Qué pasó después? Cuando nos cambiaron de deporte y Gloria dejó de ser nuestra entrenadora, dejamos de volar juntas, las alas se descosieron. 

Hace poco tiempo retomé el deporte de una manera activa y volví a colocarme las alas, lo hice a través del crossfit. Conocí a mis compañeras del box y a otras compañeras que están lejos, pero que las redes sociales nos acercan, generándose una relación de complicidad, de apoyo, de confianza, de ayuda mutua, de superación, de aprendizaje, de respeto y de crecimiento entre mujeres (empoderamiento).

El otro día mi hermana, que también practica crossfit, me contaba que sus compañeras de la clase de halterofilia de su box habían creado un grupo de whatsapp: Halterófilas. Me explicaba que conectan, que se apoyan, que el grupo va más allá del aprendizaje técnico, que comparten aficiones, realidades y otras formas de entender la vida: suman perspectivas y estrechan lazos afectivos. Hacen comunidad.

En la foto que ilustra el post estamos las chicas del equipo de balonmano con el entrenador de aquella época, y justo detrás de la red está ella, Gloria, nuestra antigua entrenadora de baloncesto, que desde la distancia seguía nuestros pasos. Solo conservo esta foto de ella.

Me habría encantado encontrármela por la calle, recordar aquellos tiempos, reirme con ella de la nostalgía y decirle que fue nuestro referente, una mujer pionera, libre, con personalidad, muy querida, que contagiaba su pasión por el deporte. Me quedo con las alas que nos cosió para volar en bandada, ahora ese gesto tiene un nombre y se llama sororidad. Ahora lo entiendo todo.

 

Comentarios

  1. Una amiga, me ha mandado este precioso artículo, visibilizando a Gloria, gracias por publicarlo!!! Precioso querida amiga.
    Aunque Gloria ya no está con nosotras, lo habrá leído desde algún lugar de este universo, y estoy segura que estará muy orgullosa de tí.
    Una gran mujer feminista y una gran amiga mía.
    Siempre cordial, cercana amable, la recuerdo siempre sonriente.
    Me encantaba coincidir con ella en el barrio de Santa Catalina era un placer, nos contábamos nuestras vidas, recuerdo que nunca tenía prisa, siempre con una sonrisa y animándo a que siempre se puede ser y hacer lo que una quiera hacer en la vida, por eso fue una mujer pionera en el tansporte conducía un camión junto a su hermana, dos mujeres fuertes y valientes en un mundo hostil meramente de hombres.

    Yo me quedo con su recuerdo, su fuerza, carácter, y su determinación, vivió la vida que siempre quiso vivir, superando todos los inconvenientes machistas aunque esto no se lo dije, por entonces no tenía la conciencia feminista que poseo actualmente, y aprobecho este artículo para hacerlo
    Me siento muy afortunada por haberla conocido. Gracias Gloria por la huella que nos has dejado a tantas mujeres.

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    1. Cuánta verdad guardan tus palabras. Fue una pionera, un referente para muchas mujeres. Ahora, desde el feminismo, nos damos cuenta de lo importe que fue y el gran legado que nos dejó. Tendríamos tantas cosas que contarla. Un abrazo.

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  2. Precioso homenaje. Creo que todas las feministas tenemos a una Gloria en nuestra vida. Brindo por todas ellas.

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