"Me estás enseñando a aullar / Llevo el arma en mi garganta / Sale el salvaje a bailar. Desempolvo mis instintos / y aunque fui menospreciada, / repudiada, pisoteada, / esta piel es un orgullo / y del fruto de mi pecho / nace una ciudad". (Rozalén - Loba)
Esta canción de Rozalén me transporta a la puerta verde de la casa de la abuela materna de Ana Carazo. Esa puerta simboliza todo lo que esta enóloga y bodeguera ha construido a partir de sus raíces. Conocí a Ana Carazo en uno de los congresos gastronómicos más importantes del mundo, Madrid Fusión. Charlé con ella un rato y rápidamente me dieron ganas de seguir conociéndola. Su abuela en la etiqueta de su vino 'La Loba' delante de la puerta verde de su casa me pareció una imagen poderosa y llena de significado. Las abuelas de Ana representan la memoria de las mujeres que nos marcaron el camino.
Cuando Ana Carazo habla de su otra abuela, la paterna, 'La Loba', en realidad nos está contando cómo a través de su genealogía ha creado un proyecto vitivinícola, que bien podría ser un homenaje, una promesa o la reivindicación de la tierra. Ana dignifica la memoria de sus abuelas, dotándola de un relato que habla de libertad, de emprendimiento, de transformación. La tierra y los viñedos centenarios son un binomio que solo funciona en un territorio concreto, en Matanza de Soria, una aldea soriana al comienzo de la Denominación de Origen Ribera del Duero, sus raíces.
Conversé con ella en su tierra, entre viñas, a continuación visitamos su bodega y terminamos brindando como si nos conociéramos de toda la vida. En ese momento se cerró un círculo que había estado girando durante demasiado tiempo. Ese día conocí su tierra, la puerta verde, la bodega que daba vida a 'La Loba' y a 'La Lobita', sus vinos, los descendientes que definen el carácter de una familia, o más bien del territorio.
Pero, ¿Quién era 'La Loba'? En esa charla hablamos de ella, de su abuela, de la mujer que da nombre al proyecto y a uno de sus vinos. Cuando Ana descubrió el origen de ese apodo y a lo que iba ligado se cargó de razones para recuperarlo como marca. La abuela de Ana, 'La Loba', era una mujer con carácter, la matrona del pueblo. Su nieta investigó sobre ese apodo y halló escritos, cantares y fábulas de mujeres etiquetadas con el apelativo de loba que se habían quedado viudas, que tiraban solas de la casa o embarazadas sin marido que eran repudiadas por la sociedad.
Durante el confinamiento asistí a una serie de charlas virtuales bajo el título "Tu mujer salvaje", muy inspiradoras y que enlazan con esa definición de 'Loba'. No pude evitar pensar en la abuela paterna de Ana y en tantas mujeres, que como ella, albergan un espíritu libre. "Deseamos que cada vez más mujeres le den rienda suelta a su lado más libre, menos domesticado, más consciente y auténtico para así construir juntas una manera más plena de ser mujeres y de contribuir a la vida", dicen en su web.
En realidad no nos quieren lobas. De hecho, llamar loba a una mujer es cargarla de connotaciones que ha creado el sistema para estigmatizarla. Todas las etiquetas que se desprenden de la palabra loba, dirigidas a una mujer sirven para señalarla (no es de fiar, porque se ha negado a aceptar su destino dentro del sistema patriarcal).
En este sentido, la psicóloga Sara Sarmiento Borge, en su libro 'De niña herida a mujer salvaje', dedica un apartado al poder ancestral de la mujer salvaje: "Ella es nuestra sabiduría ancestral, la fuerza del sagrado femenino, ese saber compartido entre todas. Quizás no sabemos cómo nombrarla, pero sí podemos sentirla".
Ana Carazo ha dado la vuelta a todo ese lastre patriarcal para resignificar el término loba y, como dice Sarmiento Borge, escuchar el aullido o rugido salvaje que vive en el interior. Ella es loba, sin duda, porque ha heredado con orgullo el aullido de su abuela. No es casualidad que de niña la llamaran 'La Lobita', el nombre de uno de sus vinos. "Como mujer rebelada te nombro loba también", me dijo en ese brindis, dentro de 'La Loba'. Fue la escenificación de nuestro aquelarre particular.
Increíble descripción de Ana Carazo, solo puede hablar alguien así si ha conocido su esencia.
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