¿Cuántas veces habéis oído decir eso de 'mejor sola que mal acompañada'? Una expresión de sentido común, ¿verdad? Sin embargo, es la frase hecha de una sociedad empeñada en que encontremos nuestra 'media naranja'. El mito del amor romántico nos ha perseguido siempre, instalándose en nuestras formas de entender la vida, las relaciones, la toma de decisiones, dejando en la cuneta a nuestro 'yo'. ¿Y qué ha hecho el patriarcado para que no escapáramos de este maravilloso sueño? Meternos miedo. Su objetivo es aterrorizarnos. Para ello utiliza mensajes directos al corazón de la víctima para hacerla sentir culpable y vulnerable, insegura, débil y dependiente.
Hace unos días hablaba de este tema con una compañera que vive sola, y hace poco con la amiga de otra amiga que acababa de romper con su pareja, después de una larga relación. Decía que su exnovio ya había encontrado una pareja y que ella se iba a quedar sola para siempre. Saltaron todas las alarmas. ¿Por qué tenemos miedo a estar sin pareja? Esta chica estaba desolada, se sentía totalmente perdida, incapaz de pensar en ella, su preocupación se centraba en la búsqueda del otro como pareja. Será porque, como dice Coral Herrera en su libro 'Mujeres que ya no sufren por amor', "vivimos en una sociedad que se organiza de dos en dos, de modo que quien no encuentra pareja o no la quiere, se queda solo, se queda sola, rodeada de parejas felices". La autora habla de tejer redes, de la importancia de la comunidad, de la tribu: ¿Por qué pensar como individuos si podemos crecer imaginando en comunidad?
Preguntaban a la psicóloga Clara Coria en una entrevista en Clarín.com, que si decir "soy sola" es una reivindicación. Coria contestaba que "cuando una mujer dice 'soy sola' está defendiendo su derecho a elegir. Están diciendo: "Soy capaz de sentirme bien conmigo misma y legitimada sin tener que estar acompañada por una pareja". Y eso también quiere decir que no caen en las situaciones de dependencia extrema que las llevan a sentir que si no están con una pareja no son nadie, o les falta un pedazo. No, a nadie le falta un pedazo por no estar en pareja". Leer entrevista completa pinchando aquí.
Precisamente del concepto "soy sola" habla la antropóloga e investigadora feminista Marcela Lagarde en su obra 'Claves feministas para la negociación del amor', donde explica que "para poder definir nuestra individualidad necesitamos decir: soy sola. Ser sola quiere decir tener los recursos indispensables para sobrevivir. Lo que tenga de más es excedente, pero no es lo fundamental en mi vida".
El patriarcado nos ha educado en el amor romántico: en el sacrificio, en el aguantar carros y carretas, en servir, en agradar, en pensar en los demás antes que en una misma, en estar siempre perfectas, en la necesidad de sentirnos siempre amadas, en renunciar. El amor romántico se ha convertido en el centro de nuestras vidas, y hasta nos olvidamos de nosotras mismas, de querernos, de cultivar las relaciones afectivas.
El patriarcado fomenta una estructura perfecta (el dúo) para alimentar el neoliberalimso, como señala la investigadora feminista Coral Herrera: "Una estructura capitalista y patriarcal que nos quiere a las mujeres emparejadas y aisladas y nunca unidas porque podría resquebrajarse el sistema".
Las lecciones aprendidas desde niñas nos han llevado a creer que el amor romántico es la mayor aspiración, la felicidad con mayúsculas. Los cuentos nos llenaban la cabeza de historias perfectas, de mujeres solitarias, tristes y sumisas, o compitiendo con otras mujeres (nuestras enemigas en la "conquista amorosa"), entregadas a hombres maravillosos, de situaciones de sacrificio y dolor para ellas, y de valor, acción y poder para ellos. Y si no era con ellos, no era con nadie, porque ningún otro/a la iba a querer de la misma manera.
Herrera nos invita a "desaprender la forma en que amamos". El patriarcado conserva una bibliografía extensa sobre el amor cargada de culpabilidad, miedo, aislamiento, sufrimiento e inseguridad, y nosotras somos las protagonistas de todas esas historias. Mensajes del tipo "quien bien te quiere te hará llorar", "es que ahora no aguantáis nada", "y fueron felices y comieron perdices", "el amor todo lo puede", "se te va a pasar el arroz", "eres mía", "qué te cuesta...", "los que se pelean se desean", "como no te moderes (o no "mejores" tu aspecto) no te va a querer nadie", "te vas a quedar para vestir santos", podría seguir, son algunos ejemplos de los dardos machistas que nos han perseguido desde niñas. Es muy difícil resetear una estructura social tan sólida y enraizada, sin embargo, lo más importante es tomar conciencia y encontrar otras formas de amar, "precisamente el feminismo pretende construir nuevos marcos afectivos a la hora de relacionarnos". Leer entrevista entera de Coral Herrera en eldiario.es aquí.
Mensajes, libros, situaciones, canciones, publicidad, películas... El patrón se repite una y otra vez. Seguro que os vienen ejemplos a la cabeza. Estaré encantada de recibir mensajes con vuestros hallazgos y publicarlos en el blog.
Creo que hay que apuntar en dos direcciones. Por un lado, la importancia de la tribu, de la comunidad, de no poner el amor en pareja como el centro de todo nuestro universo, y por otro, el cultivo de nuestro yo, el autoconocimiento, el querernos a nosotras mismas. Porque la felicidad no necesariamente está ligada a la vida en pareja, aunque el patriarcado se empeñe en contaminarnos con sus nubes de algodón. El estar bien con uno mismo es una construcción personal con ramificaciones (de todo tipo) que hay que cuidar.
El patriarcado fomenta una estructura perfecta (el dúo) para alimentar el neoliberalimso, como señala la investigadora feminista Coral Herrera: "Una estructura capitalista y patriarcal que nos quiere a las mujeres emparejadas y aisladas y nunca unidas porque podría resquebrajarse el sistema".
Las lecciones aprendidas desde niñas nos han llevado a creer que el amor romántico es la mayor aspiración, la felicidad con mayúsculas. Los cuentos nos llenaban la cabeza de historias perfectas, de mujeres solitarias, tristes y sumisas, o compitiendo con otras mujeres (nuestras enemigas en la "conquista amorosa"), entregadas a hombres maravillosos, de situaciones de sacrificio y dolor para ellas, y de valor, acción y poder para ellos. Y si no era con ellos, no era con nadie, porque ningún otro/a la iba a querer de la misma manera.
Herrera nos invita a "desaprender la forma en que amamos". El patriarcado conserva una bibliografía extensa sobre el amor cargada de culpabilidad, miedo, aislamiento, sufrimiento e inseguridad, y nosotras somos las protagonistas de todas esas historias. Mensajes del tipo "quien bien te quiere te hará llorar", "es que ahora no aguantáis nada", "y fueron felices y comieron perdices", "el amor todo lo puede", "se te va a pasar el arroz", "eres mía", "qué te cuesta...", "los que se pelean se desean", "como no te moderes (o no "mejores" tu aspecto) no te va a querer nadie", "te vas a quedar para vestir santos", podría seguir, son algunos ejemplos de los dardos machistas que nos han perseguido desde niñas. Es muy difícil resetear una estructura social tan sólida y enraizada, sin embargo, lo más importante es tomar conciencia y encontrar otras formas de amar, "precisamente el feminismo pretende construir nuevos marcos afectivos a la hora de relacionarnos". Leer entrevista entera de Coral Herrera en eldiario.es aquí.
Mensajes, libros, situaciones, canciones, publicidad, películas... El patrón se repite una y otra vez. Seguro que os vienen ejemplos a la cabeza. Estaré encantada de recibir mensajes con vuestros hallazgos y publicarlos en el blog.
Creo que hay que apuntar en dos direcciones. Por un lado, la importancia de la tribu, de la comunidad, de no poner el amor en pareja como el centro de todo nuestro universo, y por otro, el cultivo de nuestro yo, el autoconocimiento, el querernos a nosotras mismas. Porque la felicidad no necesariamente está ligada a la vida en pareja, aunque el patriarcado se empeñe en contaminarnos con sus nubes de algodón. El estar bien con uno mismo es una construcción personal con ramificaciones (de todo tipo) que hay que cuidar.
Hace algunos años un profesor nos decía que teníamos que "darnos caricias" a nosotros mismos, cuidarnos, querernos, comprendernos, porque nos lo merecemos. Me encantó esa reflexión. Y pensé en la cantidad de veces que nos sentíamos culpables por querernos. Con el paso del tiempo he comprendido que no soy egoísta porque me quiera, es una necesidad vital, para conocerme y saber qué quiero y quién soy, en pareja o no, con amigos y amigas, con familia, con compañeras, con mi gata Frida, con las agrupaciones a las que pertenezco... Eso es amor. El "soy sola" de Clara Coria me parece fundamental. Siendo "yo misma", no un pedazo de alguien, podré relacionarme y seguir creciendo, respirando. Otro día hablaré de la sororidad (el soy sola con otras), un término que revienta el código patriarcal. Quedaos con eso.
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