El medio rural será feminista o no será


Conocí a Marta en su pueblo, Zazuar (Burgos), como voluntaria del programa Ribera Voluntariis, un proyecto de dinamización rural que acerca la historia, la cultura y el patrimonio a sus visitantes, algunos urbanitas, y del que Marta está completamente enganchada. No se lo pensó dos veces, en cuanto escuchó de qué se trataba se apuntó como voluntaria (de hecho fue la primera). Nos enseñó las entrañas de su pueblo, su riqueza escondida y los retales de historia que van cosiendo poco a poco, con reuniones de investigación entre vecinos. Entre todos y todas van construyendo el pasado de los pueblos de la Ribera del Duero burgalesa y así, de manera colaborativa, despierta una memoria dormida.

El proyecto a mí también me enganchó, vi una herramienta de cooperación rural eficaz y revolucionaria: agitar memorias. Visibilizar el medio rural y visibilizar a la mujer rural. Muchas son las mujeres voluntarias que a través de este proyecto transmiten su sabiduría, que han tirado de archivos, de libros de historia y de documentos de sus antepasados para construir un relato de vida de su pueblo.

El otro día, después de unos meses sin vernos (solo a través de las redes sociales), tuve la suerte de volver a charlar con Marta. Hablamos del papel de la mujer en el medio rural, de su experiencia, de despoblación, de legislación, de empoderamiento y de asociacionismo. Con 24 años dejó Madrid para instalarse en Zazuar, su pueblo, para trabajar en una explotación agrícola y ganadera, junto a su marido. Marta se encarga principalmente de la vorágine administrativa y de todos los trámites burocráticos (que son muchos y complejos). Están poniendo en marcha un proyecto ganadero y el día es demasiado corto para todo el volumen de trabajo. Aún así, el campo es su vida, y para su hijo el mejor de los escenarios posibles para crecer en un entorno que les aporta calidad de vida.

Mujer rural: la doble invisibilidad
La mujer rural sufre una doble invisibilidad, la primera, por ser mujer y la segunda, por vivir en el medio rural. Hablábamos de cómo se materializa esta invisibilidad: desigualdad de oportunidades, androcentrismo rural, falta de perspectiva de género (en la PAC, en la legislación) y nula representación de mujeres en la dirección de las organizaciones agrarias, donde se toman decisiones y germinan las políticas.

"¿Quién está por norma general al frente del negocio? Un hombre. Que las mujeres también están trabajando en esta explotación familiar, sí. Que las mujeres no son visibles, también. ¿Por qué siguen sin estar visibles? Si yo tengo que estar visible en la explotación de mi marido tengo que pagar mi cupón de autónomo, si yo pago mi cupón de autónomo y mi marido paga su cupón de autónomo son gastos fijos mensuales de más de 400 euros, solo en cupón de autónomo, al margen de todos los seguros que tienes que tener, lo que sea. Creo que ese ha sido el principal problema de que la mujer haya estado siempre invisible en el medio rural en el tema de agricultura y ganadería, porque al final es un gasto enorme que no se puede hacer frente en una casa", me contaba Marta, ante la falta de una legislación que promueva la igualdad real, en un medio tan masculinizado. ¿Dónde están las mujeres? ¿Qué papel desempeñan en el medio rural? ¿Y el feminismo? ¿Cómo conecta todo esto con la despoblación?

"Al final todas las mujeres luchamos por lo mismo, por tener una calidad de vida en el medio rural. El tema de los servicios es muy importante porque sin esto tendríamos que abandonar el pueblo", se lamentaba Marta.

El problema de la despoblación está muy presente en todas las agendas, se hacen ferias, foros, congresos y concursos de emprendimiento rural. Pero, ¿dónde está la conexión mujer - despoblación? El otro día leí un artículo en diario.es de Consuelo Durán, donde señalaba que "según el INE, más de 4.000 municipios, o sea prácticamente la mitad de los que hay en España, se encuentran en riesgo más o menos severo de extinción a medio y largo plazo. Para ello hay que evitar que se vayan, especialmente porque cada vez son más las jóvenes con formación superior que dejan el medio rural, en lo que se conoce como huída ilustrada. Es más, si se vuelven a mirar las solicitudes de ayudas directas a la PAC en Andalucía, pero atendiendo a la edad, se ve que las presentadas por las jóvenes no están cerca de la mitad (con ese 40% de mujeres sobre el total), sino por debajo de la cuarta parte (24,7%), porque tres de cada cuatro corresponden a hombres".

"El mundo rural está totalmente dormido. Tiene que volver a renacer", me decía Marta. A lo mejor la clave está en el empoderamiento femenino, en la materialización de nuevos espacios de mujeres con proyectos e ideas para dinamizar el medio rural, para despertarlo. Hace unos meses lo veía en Cuenca, una provincia muy castigada por la despoblación, pero con una fuerza humana increíble, "principalmente de las mujeres emprendedoras que con sus proyectos nutren de energía el músculo económico de la zona". Lo contaba en este artículo (pincha aquí).

Enredando por Internet me he encontrado con un reportaje de Raquel Gamo que nos acerca al proyecto social de 'La Artesa', en Molina de Aragón, una iniciativa "desde la visión de género y el coworking". La igualdad de género, el empoderamiento femenino y la construcción de redes de apoyo (sororidad) vertebran este proyecto de economía feminista. Y por otro lado, destacan los problemas, como la falta de fiscalidad rural y de financiación. Podéis consultar el artículo aquí.

La legislación es otro obstáculo con el que se enfrentan las mujeres en el medio rural. La Ley de Titularidad Compartida, aprobada en 2011, fue un antes y un después en el reconocimiento de la igualdad en el medio rural, pero no es suficiente, la queda un largo camino por recorrer.

"Esa ley como idea está muy bien", me explicaba Marta, "pretende poner a la mujer al mismo nivel que al hombre en las explotaciones agropecuarias, me parece perfecto, pero esa ley está colgando de hilos, faltan muchos remates. Es una ley que está tan colgando que desde el año 2011 hasta nuestros días solo hay 400 explotaciones en titularidad compartida, es un porcentaje mínimo. Si tú como mujer quieres ser visible en el medio rural y que tu trabajo se vea valorado igual que el de tu marido, en este caso, date de alta. ¿Qué supone esto? Que el día de mañana vas a poder cobrar tu pensión igual que tu marido. A día de hoy todas las mujeres que tenemos en los pueblos cobran la pensión de viudedad porque no han cotizado, pero lo han trabajado tanto o más que el hombre". 

"A las mujeres, por ser socias de una propiedad de titularidad compartida", dice Marta, "tenemos unos descuentos en el cupón de la seguridad social, pero eso dura cinco años. ¿Y después? Volvemos a tener más de 400 euros de gastos fijos al mes. Yo estoy dada de alta y asumo esos gastos, pero porque creo que es necesario, porque el día de mañana tengo que tener una seguridad".

Favorecer el empoderamiento de las mujeres en el medio rural es clave para pensar de otra manera, para creer que sí se puede, que son ellas, las mujeres, las protagonistas de los proyectos que emprenden, que el medio rural está en ebullición, en un proceso de cambio, a pesar de todas las dificultades, una de ellas la falta de recursos sanitarios. Me enseñaba Marta una foto con el calendario del consultorio donde se podía leer los días que su médica hacía huelga (como protesta). A lo mejor hay que plantear otros modelos, a lo mejor el sistema establecido no funciona, la falta de una red social fuerte y solidaria nos divide y nos debilita.

¿Qué hay del asociacionismo? Le preguntaba a Marta. "Es importante, porque una mujer sola no puede luchar contra el mundo". Existen asociaciones de mujeres en el medio rural, pero es complicado que se establezcan relaciones de cooperación, desde la sororidad y la alianza entre mujeres. A veces la falta de comunicación, los objetivos divergentes y las manos sucias del patriarcado boicotean su avance.

Promover cambios es complicado en un medio que mantiene el statu quo. Seguimos viendo con frecuencia talleres de reciclaje y restauración de muebles y no hay tantas asociaciones de mujeres que planteen cursos con herramientas útiles (de empoderamiento) para desenvolverse en el mundo digital, burocrático o administrativo, por ejemplo.

Me gustaría volver al inicio, al proyecto de Ribera Voluntariis, un movimiento social rural que visibiliza a la mujer, que la hace protagonista, investigando y transmitiendo la cultura, la historia y el patrimonio de su pueblo. Y todo esto me lleva a otro proyecto, a la Universidad Rural de Paulo Freire, donde se han unido diferentes comarcas para transformar la realidad (rural) que les rodea.

Entre otras actividades, han creado un espacio de encuentro y debate: Feminario, en el que están trabajando "para lograr la visibilización de las mujeres y su papel en la historia del mundo rural". Y editan Los Cuadernos de Feminismo Rural, de lectura imprescindible. Porque el medio rural será feminista o no será: "Nada nos han regalado. [...] Ya que hemos llegado a divisar primero, y a pisar después, la piel de la libertad. No nos vamos".

(*) Foto cedida por Marta Llorente.

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