Que el cambio no lo cargue el diablo


¿Y qué le pido yo a este año? Que el cambio no lo cargue el diablo. Este 2018 lo recordaré como el año de las mujeres, un punto de inflexión para mí, por todas las vivencias, compañeras y grupos a los que me he adherido, y una ola transformadora llena de fuerza violeta y esperanza. Ha sido un año trepidante, agridulce, que siempre quedará en nuestra retina feminista. 

A lo largo de estos meses hemos sido protagonistas de una importante crispación social: la crisis catalana, los recortes en derechos fundamentales, la desigualdad, las reivindicaciones del mundo rural... El cambio es imparable, pero ¿hacia dónde se dirige toda esta fuerza humana? Decía Magdalena, una de las mujeres del programa de Jordi Évole, Bienvenidas al Norte y al Sur, a propósito de la situación en Cataluña, que todas estas diferencias se arreglarían desde el feminismo, utilizando otro tipo de comunicación. En este programa, que se abordó en diferentes episodios, se puso de manifiesto cómo la solución a la falta de entendimiento estaría en "salir de las formas del patriarcado (dominio y reto) y usar unas más femeninas e integradoras (entendimiento y diálogo)". Podéis ver aquí algunas de las conversaciones. Estas mujeres nos dieron las claves para "hallar puntos de encuentro a través de la convivencia y el diálogo". 

Reivindicar, quejarse, manifestarse, protestar, hacer huelga, gritar y denunciar. Bien, hay que hacerlo, estamos en nuestro derecho. Como ciudadanos y ciudadanas debemos ser críticos y exigir a nuestros políticos que cumplan con los programas electorales, con las promesas de los mítines, con las actuaciones que hacen efectivos nuestros derechos fundamentales, como la educación y la sanidad, y que a veces se convierten en súplicas.

Estamos viviendo tiempos difíciles, hemos comenzado 2019 con la alarma del cambio planeando sobre nuestras cabezas. Vuelvo a la reflexión de Magdalena. El cambio solo se entiende desde los valores feministas, como el empoderamiento de las personas, la sororidad, el diálogo, la comunicación horizontal, la igualdad, la empatía, el respeto por la diversidad, la sostenibilidad, el ecologismo, la actitud crítica, la justicia social. El feminismo es transversal, es político, es transformador.

Cuidado, porque el cambio tiene una ruta muy clara y no podemos desviarnos. Dice la filósofa Amelia Valcárcel que "el feminismo es el aliado fundamental de la democracia y es parte de ella porque quiere decir que difícilmente una sociedad puede llamarse democracia si las mujeres no tienen la capacidad de ser libres y derecho a ser ciudadanas".  

Que el cambio no lo cargue el diablo. Qué bien que seamos una ciudadanía crítica y sensible con las injusticias, pero, cuidado, porque como personas responsables no podemos caer en los brazos de charlatanes que traspasan todas las líneas rojas, aprovechándose de reivindicaciones legítimas. No podemos dar ni un paso atrás. Nuestras reivindicaciones deben ser pedagógicas y reflexivas. No debemos actuar desde la rabia y la ceguera social, ni tomar decisiones desde la ignorancia, el desconocimiento y la apatía, porque toda acción tiene unas consecuencias.

Con tristeza miramos a nuestras compañeras en Andalucía y pensamos en todas, en las mujeres que cambiaron el rumbo y que con mucho esfuerzo y sufrimiento consiguieron derechos de los que hoy disfrutamos y en las mujeres del presente y del futuro, en las que nos toca luchar para mantener vivo el feminismo, para seguir avanzando en la igualdad. Nos han herido, pero no daremos ni un paso atrás.

El cambio, ese del que se quiere apropiar el patriarcado, aprovechándose de la ciudadanía enfurecida, será feminista o no será. Decía Simone de Beauvoir: "No olvidar jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para poner en cuestión los derechos de las mujeres. Estos derechos nunca se adquieren y debes estar vigilante toda tu vida". 

Pues eso, ni un paso atrás.


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