No te atreverás: mandamiento patriarcal


"Tenemos que atrevernos", decían las compañeras en la última Asamblea Feminista en Aranda de Duero. Contaban muy emocionadas cómo a los pocos días de constituirse salieron a las calles a pegar carteles para convocar a la ciudadanía a una concentración contra las violencias machistas y por un momento sintieron miedo. Miedo a que no pasaran de aquella noche. "¿Cuánto tiempo permanecerán los carteles en pie?", se preguntaban. Los carteles siguieron en los soportes y la ciudadanía respodió a la llamada de aquella tarde de diciembre.

Atreverse. ¿Qué significa? Pues depende de si eres hombre atrevido o mujer atrevida. Solo tenéis que hacer una prueba en google y escribir en el buscador "mujer atrevida". ¿Qué título encontráis en las entradas? ¿Qué fotos? imágenes y textos relacionados con el sexo, del tipo "10 consejos sexuales para ser una mujer atrevida", "cómo ser más atrevida en la cama" o en búsquedas relacionadas con mujer atrevida: "cómo ser una puerca en la cama o para los hombres qué es una mujer fácil". Si escribís "hombre atrevido" aparecerán imágenes y textos relacionados con la seducción y la valentía, como por ejemplo "cómo seducir a una dama siendo atrevido" o "7 beneficios de ser atrevido - éxito social imparable".

Con estas connotaciones... ¿cómo atreverse? Atrevernos a hacer política. Atrevernos a decir lo que pensamos. Atrevernos a reivindicar. Atrevernos a decidir. Atrevernos a decir no. Atrevernos a decir sí. Atrevernos a pensar en grande. Conclusión, siempre hemos tenido miedo a atrevernos. Atreverse estaba mal. Y eso se nos quedó tatuado en el cráneo.

¿Por qué nos habita el miedo? Porque nos han educado en el miedo. Se ha cosido a nosotras como una sombra. Nos han hecho creer, a partir del miedo, que no somos capaces, que lo que decimos no tiene importancia, que nuestras acciones son insignificantes, chaladuras, pensamientos volátiles que no pueden codearse con los argumentos de la gente seria "señores importantes". Y por eso utilizan la ironía, la burla, la descalificación, la mentira, el sarcasmo y hasta el insulto cuando las cosas se ponen feas. Solo hay que hacer un barrido rápido por las seudotertulias televisivas. Esto da para otro debate.

Como siempre hemos vivido con miedo, nos cuesta hablar alto, a veces hasta nos da miedo nuestra propia voz. Las etiquetas de "ser atrevida" no estaban en el grupo de la confianza, la valentía, la capacidad, la creatividad, el empoderamiento, la determinación o la autonomía. Ser atrevida era otra cosa, lo más parecido a un insulto. "No seas atrevida", nos decían, "¿Cómo te atreves?", cuya transcripción venía a ser: "Cállate, que te estás pasando de la raya o calladita estás más guapa". El patriarcado nos quiere sumisas y el lenguaje es una arcilla útil y poderosa para que el mensaje cale. 

Otro ejemplo. ¿Las mujeres pensamos en pequeño cuando emprendemos? Nos lanzaba la pregunta Eva, de la cooperativa Dabne, dentro del Colectivo Tangente, y facilitadora del proyecto colaborativo Juntas Emprendemos. Y empezamos a dar vueltas a esa idea, a mirar a nuestro alrededor, a pensar en compañeras y conocidas. Eva no había realizado un estudio sesudo ni elaborado sobre el tema, fue una reflexión fruto de sus paseos conscientes con otras mujeres. Del acompañamiento y la observación pensó en los límites que nos marcábamos. No sé qué pensaréis vosotras, a mí me abrió una brecha, jamás había pensado en ello y ahora me lo estaba planteando. Comencé a dar vueltas a esa pregunta. Y si está en lo cierto, ¿por qué pensamos en pequeño? Y entonces conecté las dos ideas (la acción de pegar carteles y la reflexión de Eva) con la palabra "atreverse". De nuevo el miedo.

Cuando en la Asamblea Feminista de Aranda dijeron en repetidas ocasiones "hay que atreverse" comprendí que "atreverse" se había convertido en un auténtico reto para las mujeres, desde siempre. En ese momento me vinieron a la cabeza las veces que había callado por miedo "al qué pensarán de mí, a ver si voy a meter la pata, a ver si voy a molestar, ¡bah! mi opinión no importa, prefiero no hablar porque si digo lo que pienso se pone como un loco...". Por evitar un conflicto, por exceso de prudencia, por mantener la paz, en definitiva, por miedo, no nos atrevernos a hablar, a tomar una decisión, a ser nosotras mismas. Y por fin llega el silencio, y nos hacemos pequeñas hasta convertirnos en invisibles. 

Tenemos miedo a brillar, muchas veces infravaloramos nuestras capacidades y logros, y nos convencemos a nosotras mismas de que todo ha sido gracias a un esfuerzo titánico y no a nuestras propias capacidades. ¿Os suena 'el síndrome de la impostora'? Hace referencia a la falta de autoestima y confianza en nosotras mismas ante un reto. Este estado no es puntual, se interioriza a lo largo de nuestra vida, fruto de la cultura patriarcal, donde los trabajos tradicionalmente masculinos siempre han sido "los importantes" y en los que nos cuesta vernos. Echad un vistazo a este artículo de Silvia C. Carpallo en S Moda El País: "Por qué el 'síndrome de la impostora' sigue atormentando a las mujeres".  

Referentes. Qué importante es tener referentes, mujeres "atrevidas": valientes, emprendedoras, seguras de sí mismas, con determinación, creativas, empoderadas, fuertes, decididas, poderosas. Gracias a ellas nos atrevemos más, gracias al feminismo nos sentimos libres.

Pensad en mujeres que se han atrevido a romper estereotipos, que siguen remando por ellas y por todas. El otro día conocí en persona a Ohiana Kortazar, campeona de Trail. "Para mí ya no es importante competir, corro para dar ejemplo a mis hijos, para ser un referente para las niñas. Por eso tengo que seguir corriendo", decía. Nos dejó mensajes llenos de superación y valentía, pero también de empatía, comprensión, apoyo y cooperación. Valores feministas.

¿Os acordáis de Pippi Langstrump? En realidad siempre quise (quisimos) ser como ella: "Si él es el hombre más fuerte (...), yo soy la niña más fuerte. No olvidéis este detalle". Su atrevimiento era una locura, pura fantasía para nuestras familias y para nosotras un deseo inalcanzable: su valentía, su optimismo, su determinación. Qué libre era aquella niña y qué feliz. Teníamos prohibido atrevernos, lo que hacía Pippi estaba prohibido. ¡Cómo se la ocurre! Pippi Langstrump incumplió uno de los mandamientos del patriarcado: atreverse.

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