¿Por qué los hombres feministas son más felices? Porque son libres. Porque como dice el profesor Octavio Salazar: "Solo liberándonos de la jaula de la virilidad haremos posible la igualdad real entre mujeres y hombres". Salazar habla del hombre esclavo y del hombre invulnerable, refiriéndose a tener que demostrar "la hombría", basada en roles de género, seguro que os suena "los hombres no lloran", "pelea como un hombre", "no seas nenaza" o "maricón el último". De hecho, existe un mandamiento en el manual del "hombre como dios manda" que reza así: Jamás te parezcas a una mujer, jamás.
Sin embargo, es agotador mantener la masculinidad patriarcal, siempre el primero, el más fuerte, el líder, el que nunca flojea, ni muestra los sentimientos, ni habla de ellos, el que jamás tiene miedo, el agresivo, el que levanta la voz, el valiente, el proveedor, el poderoso, el heterosexual, el que arriesga, el dominante, el independiente, el que toma decisiones, el competidor, el incuestionable, el que está encantado de haberse conocido, el que no pierde el tiempo, el "picha brava".
Podemos continuar con la lista. Sí, es agotador, los valores asociados al rol masculino tradicional son implacables, como una apisonadora, siempre alerta, a la defensiva, preocupado por mantener el nivel, por controlar las situaciones, por ganar a toda costa, por no mostrar nunca vulnerabilidad, por ver "quién la tiene más larga". Qué estrés, qué ansiedad, qué presión, qué desgaste mental. El hombre esclavo es todo esto, atado a los grilletes que el patriarcado ha diseñado, sacrificando el placer de darse una tregua, de no pensar en competir, sino en cooperar, de sentir fragilidad, de empatizar, de vivir la sexualidad con libertad, de no tener que "echarle huevos", de desterrar la culpa, de no censurar las emociones, de no rendirle cuentas al patriarcado.
En este testimonio de Nacho Duato, después de ver la actuación de un bailarín en un programa de talentos de TVE, se resume a la perfección los diferentes modelos de masculinidad, por un lado el padre de Duato, y por otro, el padre del joven bailarín que participó en el programa: "Empecé a bailar a los 13 años, en casa no me dejaban, me tuve que ir a un estudio de ballet, pero no había niños, yo era el único niño, eran todas niñas. Cuando salía tenía que ponerme las mallas y las zapatillas a escondidas porque los niños de mi colegio me llamaban marica, eso es para nenas. Y por otra parte mi padre me decía: ¡Nacho, habla como un hombre! Y yo le decía, pero si tengo 12 años, no puedo hablar como un hombre. En los bautizos y en las bodas, en las reuniones familiares, donde yo jugaba mucho con Ana Duato (mi prima), iba jugando por las esquinas, porque me daba miedo de encontrarme con algún tío mayor que me dijese: ¡Habla como un hombre! Mi padre en toda mi carrera creo que ha venido a verme bailar cuatro veces, y cuando te veo bailar pienso en lo joven que eres y lo que dijiste el otro día aquí, que quieres ganar para reivindicar el puesto del hombre en la danza... Y cuando el otro día vi a tu padre cómo te apoyaba, yo que siempre he pasado un poco de todo y decía: si no viene mi padre es porque está muy ocupado, pero ahora pienso qué cosas más grandes me he perdido. Sigue adelante porque sé que lo vas a conseguir".
Los hombres feministas viven sin corazas, son más felices, se sienten liberados después de dar un puntapié al "macho ibérico". Nuria Varela enumeraba "una docena de logros que el feminismo ha conseguido para los hombres". En resumen:
1.- Los chicos sí lloran: expresan sus sentimientos, se comunican de manera asertiva, empatizan y dan rienda suelta a las emociones.
2.- De carne y hueso: no son superhéroes, muestran fragilidad, piden ayuda, necesitan cuidados.
3.- Adiós prejuicios: viste como quiere, se peina como quiere y tiene las aficiones que le da la gana.
4.- La testosterona está sobrevalorada: la vida deja de ser una competición constante.
5.- Corresponsabilidad en los cuidados, en la crianza, en el trabajo.
El feminismo ha puesto la mecha y la masculinidad tradicional ha saltado por los aires. Esto es imparable. Otro tipo de masculinidad es posible. ¿Cuántos hombres os sentís identificados con las frases de este vídeo?
Leed a otros referentes masculinos, hombres que se han arrancado la coraza de la virilidad, hombres que son felices rodeados de feminismo. Octavio Salazar plantea una revolución masculina en su libro "El hombre que no deberíamos ser", resumida en un "decálogo para un proyecto de nueva subjetividad masculina". El profesor Miguel Lorente es otro referente. Su blog es muy inspirador. Es autor de varios libros, "Mi marido me pega lo normal" o "Tú haz la comida que yo cuelgo los cuadros", son algunos de sus títulos.
Que no os engañen, hombres del mundo, no permitáis que os malmetan, el feminismo es lo mejor que os podría pasar. Aunque os advierto que no será fácil escabullirse de las fauces del patriarcado. Son perseverantes y cunden mucho. Os pondrán a prueba, os enviarán mensajes de whatsapp para que coreéis el unga, unga de la manada, entre risas histriónicas. Escucharéis sapos y culebras, os someterán a presiones, manipulaciones y os dirán que las feministas somos las hijas de Belcebú. Os contarán episodios propios de una película de terror, experiencias traumáticas del cuñado de un vecino de su primo, enumerarán un sinfín de penas, penitas, penas de hombres que han sido víctimas del látigo de un feminismo despiadado. Mentira. Y lo mejor de todo es que el feminismo no es de su propiedad.
Comentarios
Publicar un comentario