Marimacho, el insulto cool del machismo

Acabo de ver el corto 'Marimacho', escrito y dirigido por Román Reyes, y protagonizado por Filipa Ribeiro, e inmediatamente me he acordado de la vez que cortaron el pelo a mi hermana cuando iba a infantil. Se lo cortaron tan corto que cuando fue al colegio la confudieron con un niño, hasta tal punto que su propio maestro la indicó que se había equivocado de fila.

Cuando vi a mi hermana con ese pelo tan corto me envolvió una pena profunda, me despertó una gran ternura, hasta lástima. Recuerdo que olía a colonia de bebé y que clavaba sus ojos deshaciendo al interlocutor. "¡Ves, mamá!, me confunden con un niño", se quejaba mi hermana a la salida del colegio.

Mi madre cuando se casó se cortó el pelo, su larga melena desapareció y con ella se fueron los años de juventud, la soltería y un trabajo estable, también la llamaron marimacho, entre otras cosas porque no se quedaba embarazada ipso facto.

Suelo llevar el pelo corto, no cortísimo, pero sí corto, desfilado, con las puntas alborotadas. Hay gente que se sorprende, como si les descolocara, como si les molestara mi estilo, mi pelo. "¿Qué te has hecho en el pelo?", me preguntan. Qué fijación. ¿Por qué miran con lupa nuestro aspecto? Si no coincide con los patrones previsibles se nos penaliza, porque no encaja. Mi pelo no encaja, ni el de mi hermana cuando era pequeña, ni el de mi madre cuando se casó, ni el de la chica del cortometraje.

El sistema está empeñado en que se nos diferencie bien, no nos vayan a confundir con un hombre, que nuestros rasgos, pelo, ropa, aspecto sean de mujer, de una mujer concreta, de una mujer diseñada por el patriarcado, "como dios manda". Si nos salimos de la norma nos insultan, nos humillan, nos rechazan y hasta nos miran mal"Las mujeres no tendríais que cortaros el pelo", dijo hace unos meses el presentador Pablo Motos a una de las colaboradoras del programa, Pilar Rubio, haciendo gala una vez más de sus machiruladas en prime time.

¿Qué tiene el pelo corto que molesta tanto? "De pequeña me llamaban marimacho. Mi madre me cortó el pelo y ahí empezó todo. Llegué a odiarla por hacerme eso e incluso llegué a creer que era débil, como Sansón cuando se lo cortaban", recuerda la protagonista del cortometraje.

Cuando hablas con mujeres que de niñas "las obligaron" a cortarse el pelo, lo recuerdan con vergüenza, como uno de los momentos más bochornosos de sus vidas, una desgracia estilística, un hecho para olvidar. ¿Por qué?

Porque uno de los peores insultos era llamarnos chicazos, marimachos. Porque teníamos que responder a la definición de feminidad creada por el patriarcado, similar a la de las princesas Disney, con nuestra melenaza, los tacones, los pendientes y el maquillaje siempre a punto. Muy bien si te apetece, pero ¿y si no te apetece? Te llaman chicazo.

De adolescente me gustaban las camisetas anchas, las zapatillas deportivas y llevar el pelo recogido en una coleta alta, jamás me maquillaba, nunca me venía bien depilarme, ni llevar vestidos, no solía ponerme pendientes y me resultaba difícil encontrar ropa que me gustara de verdad. Me veía bien así, no tanto los demás.

¿Qué hay de malo en tener el pelo corto?, se pregunta la protagonista del cortometraje. Pues que el pelo corto no es compatible con los mandamientos patriarcales, con lo que se espera de nosotras, porque ya se ha diseñado una imagen prototípica ideal para las mujeres (qué desagradecidas). El pelo corto es ese guiño rebelde, tan visible y tan insoportable para el sistema patriarcal.

¿Cuántas guerreras habéis visto en películas o series de televisión con el pelo corto? Porque Mel Gibson en Braveheart lucía un melenón que no veas. Incomodamos al patriarcado con el pelo corto, sin embargo, el hecho de raparnos el pelo, sin nuestro consentimiento, ha sido utilizado a lo largo de la historia como castigo y medida de represión contra las mujeres. Durante la dictadura franquista, escribe Nuria Alabao en Ctxt.es"se impuso un castigo de género: despojar a las mujeres y niñas del cabello, un acto que iba acompañado de un ritual público de humillación". Es como si nuestro pelo les perteneciera, y en realidad les pertenecía, lo dejaban diametralmente claro.
 
Marimacho es el insulto cool del machismo, el correctivo que se nos aplica cuando nos salimos de la pista. Marimacho es ese proyectil que lanza el patriarcado para atacar nuestra libertad, nuestra diversidad, nuestros deseos, nuestras decisiones, nuestra autonomía, nuestra personalidad.

Ya no somos débiles cuando nos llaman marimacho, ya no, con los proyectiles del patriarcado hemos construido una gran coraza feminista que nos hace libres y poderosas, con pelo y sin pelo.

Comentarios

  1. Es una forma que busca el machismo de bajar la autoestima de la mujer, que se hace respetar y desprecia la actitud sexista y de poder del macho. Ellos siempre quieren dominar y si no lo logran es un insulto y demuestra su debilidad.

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