Las mujeres maravillosas que habitaron Malasaña

Hace algunos meses que los mejores amigos no quedamos en Malasaña. La última vez que nos vimos chispeaba en Madrid, pero el barrio hervía ajeno a esas cuatro gotas. La última vez, antes de que el mundo se parase y nos sintiéramos vulnerables, divisamos el metro de Tribunal con las mismas ganas de siempre, la alegría de reencontrarnos, de celebrar por nada y por todo, y justo en ese barrio, donde parece que los días son más largos, y las noches, y las risas.

Serpenteamos por el barrio, relamiendo cada centímetro de asfalto: el arte urbano, las tiendas pequeñas y vintage, los locales de productos a granel, los jabones con grabados y detalles eclécticos que hacen del barrio un lugar encantador. En uno de esos paseos de sobremesa, que a veces van a morir a la cafetería de tartas deliciosas, me paré justo delante de la placa de Clara Campoamor, ubicada en su casa natal, en la calle Marqués de Santa Ana. Vaya tesoro encontré por casualidad. 

No volví a pensar en ello hasta que mi amiga Mar me regaló el libro Maravillosas, de Ana Rosetti y Jesús Gabán, un viaje a Malasaña de la mano de 30 mujeres que desde el barrio transformaron la sociedad, una de ellas precisamente fue Clara Campoamor, la impulsora del sufragio femenino. 

En este libro ilustrado también está Carmen de Burgos, conocida como Colombine. Fue periodista, escritora y la primera corresponsal de guerra, y luchó por la ley del divorcio y las libertades en la España de principios del siglo XX. Justo antes de la pandemia pensábamos comprar entradas para ver la obra de teatro Tardes con Colombine, en Teatro Nueve Norte. Nunca llegamos a comprarlas, nunca más volvimos a Malasaña.

Siempre que visito Madrid regreso al barrio Maravillas. Una fuerza me lleva a respirar su aire, así que me guío por sus calles por pura intuición. Un error, tendría que haber pensado que en todas las ciudades hay una parte subterránea, la más interesante, que no ve la luz, que necesita de un esfuerzo superior, de una mirada mucho más profunda. He tardado en darme cuenta de que el origen del barrio estaba en su genealogía femenina: "Hay muchas maneras de contar la Historia, depende de dónde se ponga el foco. La Historia de este barrio se ha ido haciendo con las historias de sus gentes, pero si, de entre todas sus gentes, se centra la atención en las mujeres que nacieron, vivieron o transitaron por sus calle, el barrio se contará de otro modo". 

También llegué tarde a los paseos guiados 'Mujeres de Malasaña', organizados por Carpetania. El libro, la obra de teatro, el paseo guiado... Estas señales se han clavado en la agenda para que vuelva al barrio con otra pisada. Ya no soy la misma, el paso ya no es improvisado, ha tomado conciencia y se ha vuelto decidido. Ahora llevo las vidas de estas 30 mujeres extraordinarias que lograron cambios en la Historia de España, ahora tengo que salir a buscarlas.    

Y no puedo olvidarme de las mujeres que no aparecen con nombre y apellidos en los libros ilustrados, las mujeres que vivieron reclusas en la calle de Quiñones, las mujeres prostituidas de las calles de Ballesta o Desengaño, las mujeres telefonistas, con Lucía Sánchez Saornil como referente feminista, o las verduleras, "verdaderas agentes de movilización política de las clases populares"

El barrio se llamó El Refugio, después Maravillas y en la actualidad lo conocemos como Malasaña, donde se cocinó la movida madrileña, pero hay que seguir escribiendo la historia del barrio, porque otras mujeres han tomado el relevo y han decidido quedarse, mujeres que abren sus negocios, que luchan y se reinventan, mujeres intelectuales y artistas que se inspiran en sus muros y en sus plazas, mujeres que caminan por sus calles pensándose invisibles, mujeres de paso, mujeres que no saben que un día ese barrio se llamó Maravillas.


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