Si la prostitución fuera un trabajo

Si la prostitución fuera un trabajo habría procesos de selección para ver quién tiene el mejor curriculum. Habría ofertas en el servicio público de empleo y formación específica, un módulo de grado medio o superior, certificaciones de capacitación profesional, y hasta grado universitario o máster, con asignaturas de lo más sugerentes. 

Si la prostitución fuera un trabajo estaría en nuestra lista de posibles metas profesionales, quién sabe, a lo mejor hasta podríamos promocionar en la empresa, ¿y colegiarse? 

Si la prostitución fuera un trabajo, en la escuela, cuando nos preguntaban sobre nuestro futuro, sobre lo que queríamos ser de mayor, hubiéramos levantado la mano para contestar que 'trabajadora sexual'.

Si la prostitución fuera un trabajo, hombres y mujeres, jamás menores de edad, optarían a esos puestos, como cuando vas a un restaurante y te atiende un camarero o una camarera, o en un hotel un o una recepcionista, o en una clínica un o una fisioterapeuta. 

Si la prostitución fuera un trabajo habría una hora de entrada y de salida, incluso se podría fichar. Habría jornadas completas, medias jornadas y tercios de jornadas, vacaciones y días libres, según convenio, se podrían pedir excedencias y permisos, bajas laborales. ¿Una enfermedad venérea se consideraría enfermedad profesional? ¿Y una paliza? ¿Y una infección? ¿Y el cáncer de útero? ¿Y el sida? ¿Y la hepatitis? ¿Sería obligatorio el uso del preservativo? ¿Se consumirían drogas? ¿Estaría la mujer prostituida obligada a consumirlas? ¿Y qué pasa si la mujer tiene la menstruación? ¿Y si está embarazada? ¿Y si acaba de parir? Y digo mujer, y no hombre, porque, mayoritariamente la prostitución es ejercida por mujeres y niñas en todo el mundo. Lo dice Alika Kinan, sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual y activista abolicionista: "En el mundo hay entre 40 y 42 millones de personas prostituidas, y de ellas el 80% son mujeres y niñas, la mayoría (75%) con edades que van de los 13 a los 25 años".

Si la prostitución fuera un trabajo, el putero pediría servicios específicos a la carta, que para eso paga. Habría hoja de reclamaciones, periodos de prueba y se abrirían expedientes disciplinarios si el trabajo no está bien realizado. ¿Cómo se evaluaría? ¿Por objetivos? ¿Por número de puteros en un día? ¿Cuáles serían las tablas salariales? ¿Y la edad de jubilación? ¿Habría ERTES o ERES? ¿Teletrabajo? ¿Despidos improcedentes? ¿Plan de prevención de riesgos laborales? ¿Se aceptarían propinas? Y lo más paradójico: la empresa estaría obligada a tener un plan de igualdad y un protocolo de acoso sexual y por razón de sexo.

Si la prostitución fuera un trabajo habría locales abiertos en calles y plazas, con sus letreros, su marketing y sus campañas publicitarias, se harían bonos descuento y promociones, folletos con los cuerpos de las mujeres, como en las ofertas del súper, ¿quizás un dos por uno? ¿Se podría hacer reserva online? Los puteros irían orgullosos al prostíbulo, a consumir los cuerpos de las mujeres prostituidas, sus parejas estarían encantadas y todo el mundo lo vería tan normal. 

Si la prostitución fuera un trabajo, ¿en qué sector profesional estaría catalogado? 

Si la prostitución fuera un trabajo a lo mejor hasta se celebraban cenas de empresa, y cumpleaños. ¿Habría también buzón de sugerencias? ¿Y cestas de navidad? ¿Se prorratearían las extras?

Si la prostitución fuera un trabajo y a nuestros hijos e hijas les preguntaran en la escuela a qué se dedica vuestra madre, ¿de verdad contestarían que es 'trabajadora sexual'? ¿En serio?

Si la prostitución fuera un trabajo, ¿qué negociarían los sindicatos? ¿El número permitido de puteros a la hora? ¿El tipo de prácticas sexuales? ¿Los días de asuntos propios? ¿El salario? ¿Las horas extras? ¿La prohibición de estupefacientes? 

Si la prostitución fuera un trabajo los cuerpos de las mujeres serían el suelo que fregamos, los platos que ensuciamos, el chicle que despegamos del asfalto, los canastos que lanzamos al remolque, el pan que amasamos y aplastamos sobre la mesa o el yogur caducado que tiramos a la basura, total, lo hemos pagado.

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