Nos señalan

Nos señalan a nosotras, las mujeres, ¡a nosotras!, que conocemos perfectamente lo que significan los cuidados, que nos estamos dejando la piel durante la pandemia, ocupando puestos precisamente relacionados con los cuidados: en la sanidad, en la limpieza, en los supermercados, en las residencias, en las escuelas, en las ONG, en la asistencia domiciliaria, en los servicios sociales, en los comedores, con los menores, con los mayores, con las personas enfermas... Ahí están las estadísticas, pero no importa, nos señalan.

Hemos demostrado con creces nuestra capacidad para organizarnos y autogestionarnos, cuidarnos y cuidar. Sin embargo, continúan ninguneando nuestras facultades tachándonos de locas, de imprudentes, de irresponsables, de descerebradas, de egoístas. 

Mientras a nosotras nos prohíben manifestarnos, a pesar de ser escrupulosas con el plan de medidas que garantizan la seguridad, colectivos hasta el infinito se han manifestado y concentrado, algunos de ellos para negar la ciencia y "chulearse" sin mascarillas, en multitud de ciudades españolas, sencillamente porque estamos hablando de un derecho fundamental. Sin embargo, si para proteger la salud hay que suspender las manifestaciones, muy bien, pero que se suspendan todas, y con más motivo aquellas que incumplan las medidas de seguridad, como los grupos "antivacunas" o los que directamente niegan la enfermedad.

Nos señalan porque nos quieren sacrificadas, como siempre, nos quieren silenciadas y sumisas, obedientes e invisibles, porque cuando estamos activas infectamos. Nos señalan porque molestamos a los grupos que sí pueden quejarse, manifestarse, concentrarse y llevar la razón. Nos señalan porque la opresión que sufrimos las mujeres está tan normalizada que ni los asesinatos machistas duelen, pasan de puntillas por delante de nuestras narices como un suceso más. La sociedad está anestesiada, entretenida y atenta a una agenda que no tiene tiempo para el feminismo. 

El 8 de marzo es una fecha que algunos grupos tienen marcado en el calendario con el símbolo del diablo. Y cada vez que tienen oportunidad utilizan cualquier excusa para ensuciar nuestra lucha, culpabilizarnos y ridiculizarnos. Nos señalan porque molestamos. Porque para estos grupos que nos señalan, cuidar es nuestra obligación, un deber que va cosido a nuestro sexo, por ser mujeres, y por eso los cuidados, tan evidenciados en pandemia, siguen siendo invisibles, porque es "cosa nuestra". Poco importa nuestra sobrecarga física y mental, el cómo afecta a nuestra calidad de vida, a nuestras expectativas y planes, a nuestros sueños y oportunidades.   

Nos señalan porque no soportan vernos fuertes, organizadas y disciplinadas en la lucha, gritando al unísono, levantando pancartas, reivindicando nuestro espacio, ocupando las calles, nuestra calle (la que muchas veces tememos), denunciando la opresión, la violencia que ejercen contra nosotras, por ser mujeres. Nos señalan porque molestamos, por eso nos prohíben movilizarnos, aunque sea con todas las medidas de seguridad, aunque sea en pequeños grupos y controlados, aunque hayamos demostrado de sobra nuestra responsabilidad y civismo. Y digo yo, en Madrid tendríamos que concentrarnos en los bares y terrazas, o en los aledaños de un estadio de fútbol, de morado, pancarta en mano, a lo mejor así...  

Nos señalan porque nos tienen miedo, porque destapamos sus vergüenzas, porque la revolución feminista arrincona al patriarcado, a sus privilegios, porque como decía el otro día la periodista y escritora Nuria Varela en sus redes sociales: "el 8 de marzo de 2018 el patriarcado infartó y estamos sufriendo las consecuencias". Estamos viviendo la revancha de aquel año histórico. El patriarcado es rencoroso, sibilino, cínico y persistente. Al grito de "abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer… y ¡arriba el feminismo que va a vencer!" hay una reacción implacable de la caverna. Les molestamos, les molestan nuestras pancartas, nuestras consignas, nuestros cánticos, nuestras reivindicaciones, nuestras denuncias, nuestras palabras, nuestra rabia, nuestra sororidad. 

El 8M molesta porque visibiliza la desigualdad, las violencias machistas, la vulneración de los derechos humanos, la opresión. Nos señalan porque las mujeres molestamos

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