Todas somos Merichane

Podría estar escuchando la canción Merichane, de Zahara, en bucle. Quizás porque Zahara es una de mis artistas favoritas, quizás porque su mensaje nos atraviesa a todas, porque en realidad, todas somos Merichane. Podría estar viendo el documental Nevenka en bucle, quizás por lo mismo, porque las mujeres valientes me inspiran, me ayudan a crecer.

 Podría estar leyendo #Cuéntalo: una memoria colectiva de la violencia, de Cristina Fallarás, en bucle, a raíz de la sentencia de 'La Manada'. Quizás me repita, quizás, como dice Fallarás, yo también me vea reflejada en todas las mujeres de ese relato, en los testimonios que miles de mujeres compartieron con la etiqueta #Cuéntalo a través de twitter, contando los abusos, el acoso y la violencia que habían sufrido por parte de algunos hombres. No podemos ver como espectadoras lo que les ocurre a otras mujeres, porque nosotras somos esas mujeres. 

El peor de los juicios que sufrió Nevenka, víctima de acoso sexual, fue el de sus vecinos y vecinas. Durante el documental vemos imágenes de hace 20 años de manifestantes apoyando al acosador, ya con sentencia firme, insultando y juzgando a Nevenka. Eran sus propias vecinas, pancarta en mano, quienes se abalanzaban sobre los micrófonos para defender al acosador y denostar a la víctima. Pero no se pararon a pensar ni un segundo que ellas también eran Nevenka, y yo, y mi hermana, y mis compañeras, y mis amigas. Me quedo con el apoyo de su compañera de oposición, Charo Velasco, y con el de un incipiente activismo feminista de mujeres valientes que también fue señalado por las hordas que alimentaban el machismo y la cultura de la violación. Una vez más, la sororidad fue clave para hacer frente a la violencia machista, una violencia estructural que nos atraviesa a todas.

Y cuando digo a todas es a todas. Todavía me acuerdo de una escena de la serie Mrs. America, en la que Phyllis Schlafly, detractora de la "Enmienda de Igualdad de Derechos" entre hombres y mujeres, en EEUU, se enorgullecía de lo arropada que se encontraba en los círculos de hombres poderosos, a lo que Jill Ruckelshaus le respondía: "You wanna get ahead cimbing on the shoulders of men, Phyllis? Fine. Just know, they're lookin' right up your skirt". 

Y cuando digo a todas es a todas. El día que la periodista Cristina Fallarás lanzó el hashtag #Cuéntalo en las redes, una riada de denuncias inundó twitter. Las mujeres sentíamos miedo al volver a casa solas o practicando deporte en solitario. Alguna vez nos habíamos sentido incómodas, o abusadas, o violentadas, o agredidas, o maltratadas, o humilladas, o atemorizadas, o inseguras, o vulnerables, o incomprendidas, o juzgadas, o cuestionadas. Y la riada se convirtió en un tsunami. No eran casos aislados, era una realidad estructural que sufríamos por el hecho de ser mujeres. 

El movimiento #MeToo comenzó a ser viral en 2017 cuando el productor estadounidense Harvey Weinstein fue denunciado por acoso sexual. Muchas fueron las actrices que manifestaron públicamente el acoso sufrido por este hombre durante años. El movimiento #MeToo dio la vuelta al mundo. El acoso sexual dejó de ser tabú. Todas teníamos algo qué contar, todas decíamos #YoTambién.  

Y cuando digo a todas es a todas. Todas las mujeres alguna vez en nuestra vida nos hemos sentido culpables, insignificantes y solas ante un hecho que nos ha molestado, incomodado o violentado, e inmediatamente hemos pensado que nosotras lo habíamos motivado. La culpabilidad nos ha perseguido siempre, ha sido nuestra mordaza, el sello del "pecado original" que hemos ido arrastrando a lo largo de la historia: como Zahara, en Merichane, como Nevenka, como todas las mujeres que escribimos con la etiqueta #Cuéntalo, como las abuelas que no pudieron contarlo. Cuando nos damos cuenta de que ese sentimiento de culpa nos atraviesa a todas, somos capaces de levantarnos contra el opresor, de sentirnos fuertes y convencidas. Y ya nada puede pararnos. Como dice la periodista Ana I. Bernal "el feminismo es un movimiento liberador que nos quita la culpa a las mujeres, nos hace conscientes y nos empodera". 

Y cuando digo a todas es a todas. 


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