El caso Rocío Carrasco o cómo desenmarañar el patriarcado

Imaginad que sois la parte central de un ovillo de lana, el canutillo de cartón aprisionado por la fuerza de un hilo enmarañado que lo constriñe y oculta. Imaginad que el hilo continuo que os asfixia es el patriarcado y que las fibras que lo fortalecen para que no se rompa, para que siga intacto, vigoroso, bien prieto y robusto son sus cómplices. Sin esas fibras, sin esos cómplices, el patriarcado (el ovillo) no podría crecer. 

Casi siempre es complicado deshacer el ovillo porque se enreda y es difícil encontrar de nuevo la hebra. A Rocío Carrasco le costó encontrar la hebra, pero a estas alturas ha conseguido tirar tanto del hilo, y con tanta precisión, que el ovillo ha desaparecido, dejando su corazón al aire, el que soportaba toda esa maraña, y lo ha hecho de corrido, sin romperlo y sin perder la hebra. 

El relato de Rocío Carrasco nos ayuda a entender cómo actúa el patriarcado. La misión del patriarcado es inocular el odio en el entorno de la víctima para aislarla, desacreditarla, ridiculizarla y atemorizarla. Si la víctima carece de herramientas para detectarlo ya tiene el camino abonado. Rocío Carrasco fue víctima desde el principio, en cuanto dejó de ser ella para convertirse en otra persona, en la que su verdugo quería que fuera. La joven feliz que vivía entre algodones, con una madre y un padre protectores, se vio atrapada en menos de un año en una maraña de hilos que poco a poco la fueron asfixiando. 

"El ser", como denomina Rocío a su agresor, fue el creador del ovillo, el estratega, el colocador del hilo para que estuviera bien tenso, para que el corazón de cartón dejara de verse, para que su jaula trenzada fuera irrompible. Lo consiguió hasta bloquearla por completo. Cada vez que decía "estás loca", "te vas a cagar", "no sabes lo que estás haciendo", "te vas a quedar sola", "solo me tienes a mí", "...Rociíto" el hilo daba una vuelta más al ovillo y lo iba convirtiendo en una bola gigante de lana enmarañada. 

La familia es otra de las claves. Si da crédito al maltratador, si no le cuestiona, si no se posiciona al lado de la víctima, el patriarcado seguirá enredando su ovillo. Si la familia mira para otro lado, si la culpabiliza o revictimiza, juzga o traiciona, como así ocurrió con una parte de la familia de Rocío Carrasco, el patriarcado continuará engordando el ovillo. 

Los medios de comunicación también han sido cómplices y colaboradores del patriarcado, quizás los más incisivos y determinantes. El poder de los medios de comunicación es enorme, su influencia es brutal y el agresor ha sabido utilizar esta baza para continuar agrediendo psicológicamente a la víctima. Aprovechando la vulnerabilidad de Rocío Carrasco y valiéndose de su silencio, el agresor ha empleado los valores patriarcales que se destilan de los medios para reforzar su teoría, seguir machacando a Rocío y de paso beneficiarse económicamente. La mayoría de profesionales de los medios jamás cuestionaron su versión, ni le pidieron pruebas, su victimismo les valió para firmar un cheque en blanco y la veracidad se sustituyó por un manto de mentiras y mitos que revictimizaban a Rocío Carrasco. Así durante 20 años.

Otro aspecto a tener en cuenta es el linchamiento que ha recibido el entorno que ha apoyado a Rocío Carrasco. El "estás loca" y el "estás sola" son máximas del patriarcado. Cuando las mujeres nos reconocemos y tejemos redes el patriarcado se debilita y se pone a la defensiva, por eso se revuelve contra los aliados feministas, la sororidad o las redes de apoyo. En este sentido, podemos tomar la frase que Rocío Carrasco pronuncia durante uno de los episodios de la docuserie "perro no come perro" al referirse al corporativismo machuno para hablar de cómo el patriarcado castiga a los hombres que entienden las relaciones desde la igualdad y el respeto, y cómo premia a los que siguen patrones comunes de misoginia, machismo y toxicidad. Castiga a los hombres que no avasallan, que dejan hablar, a los hombres sensibles, empáticos, prudentes, comprensivos, que saben echarse a un lado, que no invaden espacios, que aman. Porque no hay cosa que más le duela al patriarcado que un hombre le dé la espalda. Fidel Albiac, pareja de Rocío Carrasco, lo hizo y pagó las consecuencias. 

A lo largo de la historia de Rocío Carrasco hemos visto cómo los medios de  comunicación, la familia, las instituciones, la justicia han puesto siempre el foco en la víctima. Muy típico del patriarcado. Jugar al despiste se le da fenomenal. Es ella la que tiene que demostrar, probar, cotejar, justificarse, explicarse, defenderse, desmontar mitos, luchar contra los estereotipos... ¿Y el maltratador? Todo esto va debilitando aún más a la víctima. Es agotador.  

El patriarcado necesita cómplices, y en el caso Rocío Carrasco se ha visto con una claridad asombrosa, objeto de estudio. A través de esta docuserie se pueden analizar todos los tipos de violencia machista (os recomiendo la lectura de artículos y el visionado de vídeos de Ana Isabel Bernal Triviño sobre el tema) así como el listado de cómplices que puede llegar a sumar el patriarcado para diseñar un ovillo bien enmarañado. 

Tirar del hilo, desenmarañar el ovillo no es fácil, y más cuando hay muchas manos colocando el hilo, siguiendo las instrucciones de la cabeza pensante que diseñó el plan. Rocío Carrasco ha logrado deshacer el ovillo y con el hilo que ha desenredado está tejiendo una red muy fuerte a la que se están uniendo más mujeres para romper con otro cómplice del patriarcado: el silencio

Como decía Frida Khalo: "Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior". Hasta aquí.

(*) Ilustración de El loco del pelo rizado.

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