Sin pastoras no hay revolución

"Sin pastoras no hay revolución". Esta frase tan directa brota del perfil de las redes sociales de Ramaderes de Catalunya, una comunidad de mujeres feministas de Cataluña, unidas en torno a la ganadería extensiva, al mundo rural, al campo y que un día decidieron cambiar el rumbo para remover los cimientos patriarcales de la tierra. Nos demuestran con su trabajo diario que hay otra forma de pensar la vida, de relacionarse con el mundo, a través de sus redes nos comunican su pensamiento feminista y lo transmiten, lo gritan, lo cuentan. En cada mensaje se empeñan en derribar estereotipos y defender otra escala de valores. 

Este grito podría haber salido perfectamente de las entrañas de Laura Serrano, agroganadera extensiva en el corazón de la Ribera del Duero burgalesa, una mujer rebelada, feminista, habitante de la España Vaciada, comprometida con la economía local y que entiende la tierra desde el respeto y la  sostenibilidad. 

Laura cambió el asfalto de su ciudad natal, Aranda de Duero, por el pueblo de Gumiel de Izán (Burgos) y dejó su trabajo de más de una década en una multinacional para dedicarse al campo, junto con su pareja en Oquillas, otro pueblito cercano. Cada día acompaña a sus 500 ovejas a los pastos y dice que no lo cambiaría por nada. Encontró en el pueblo, en los animales y en el campo su cable a tierra. La mudanza no fue fácil, confiesa que empezar de cero a los 42 años es todo un reto, un aprendizaje a cámara rápida, pero también un ejercicio de superación: de miedos, de inseguridades, de prejuicios. Además de trabajar la tierra, conducir la maquinaría y pastorear, también se encarga de la parte comercial, de la burocracia y de la relación con los clientes. 

Hacía tiempo que le había prometido una visita. Siempre nos carteábamos por redes y estaba deseando conocer a Cora, su perra con corazón de lobo, con quien mantiene una gran conexión. Laura dice que es "la prolongación de su vida", como si fuera un latido. Llegó en un momento muy difícil de su vida, cuando su deseo de ser madre se desvanecía y su nuevo proyecto de vida no encajaba en el marco de una sociedad patriarcal. Luego llegaría Viruta, una perrita enferma de leishmaniasis que decidió adoptar de la protectora tras un periodo de acogimiento. Dicen que le ha salvado la vida, que esta perrita ha tenido mucha suerte. Laura siempre responde que fue al revés, que sus perras le salvaron a ella. 

Esta mujer es un referente de la agricultura y la ganadería extensiva. Su vínculo con la naturaleza es pura vocación y reconoce que con este trabajo ha aprendido a vivir el momento. Todo esto de lo que habíamos hablado tantas veces a través de las redes sociales me lo contaba en su despacho de campo, una oficina improvisada, tan ecléctica como funcional, y con Cora a los pies de la mesa de trabajo, siempre atenta a nuestros gestos. Desde la ventana se ve la nave, donde las ovejas se protegen del sol, con la intención de abandonar el refugio y echarse al campo en cuanto la temperatura dé una tregua.

Laura es una mujer de carácter fuerte, no sé si lo ha sido desde siempre o la vida se ha encargado de forjarlo. En cualquier caso, su valentía y determinación no le han frenado en el momento de enseñar sus costuras al mundo. Pienso que es una mujer muy generosa, porque mostrar fragilidad está penalizado socialmente. A veces sufro de verla tan expuesta, pero entiendo que haya decidido romper la coraza para siempre para elegir ser libre y comprometida con causas en las que cree, como la defensa del lobo, aunque reciba voces discrepantes y hasta ofensivas dentro de su propio sector, sin embargo, para ella el silencio no es una opción. 

Sostenibilidad y resiliencia 

Dedicarse a la ganadería extensiva es un acto de resiliencia, todo un reto si el objetivo es velar por un modelo sostenible y respetuoso con la naturaleza, preocupado por el bienestar animal. Lo contrario sería la depredación social y ambiental, por eso Laura es tan crítica con el modelo intensivo, considerándolo una amenaza para la economía local y de proximidad. Leo a la veterinaria María Sánchez y veo a Laura reflejada en sus palabras. La reconozco en cada línea del libro "Tierra de mujeres", porque la forma de vivir la tierra es la misma, muchas veces invisible ante la mirada androcéntrica, pero imprescindible para el campo, así ha sido siempre, determinante, a pesar de estar atravesada por la bielda patriarcal, en el fondo, como dice María Sánchez, "sin las mujeres, el mundo rural no existiría".  

Ojalá muchas Lauras consigan tejer una red feminista fuerte, bien anclada a la tierra, porque hay mujeres, como Laura, que no entienden la vida de otra manera. 

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