Jóvenes frente al espejo de la violencia machista


El mensaje es rotundo y cae como una losa, pero responde a una sociedad zarandeada por unas ideas con un altavoz poderoso: el Parlamento. El barómetro del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) Jóvenes y Tecnología 2021. Trabajo, estudios y prácticas en la incertidumbre pandémica ha traducido en datos los efectos secundarios de los delirantes discursos parlamentarios que niegan la violencia machista. "Un 20% de jóvenes varones (entre los 15 y los 29 años) cree que la violencia de género no existe y que es solo un "invento ideológico". En 2019, este porcentaje era del 12%. Y con estos datos nos llevamos las manos a la cabeza, pero reproducen al detalle el mantra de la ultraderecha.  

Trabajo con gente joven y parte de nuestros esfuerzos van dirigidos a desterrar tópicos y mensajes negativos que recaen permanentemente sobre la juventud. A veces es complicado encontrar noticias con un enfoque proactivo relacionadas con los y las jóvenes. Dibujamos un perfil distorsionado de un colectivo diverso que muchas veces está desencantado con el presente, del futuro ya ni hablamos. Les exigimos que participen, que escuchen, que hagan cosas, que no griten, que respeten, que estudien, que trabajen, que se esfuercen, que ahorren. Y si no responden a las órdenes adultas les demonizamos. "Es que los jóvenes...".

Sin embargo, las personas adultas deberíamos hacer autocrítica. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo para la gente joven? ¿Qué valores les estamos transmitiendo? El barómetro que ha hecho saltar todas las alarmas pone de manifiesto nuestro analfabetismo en derechos humanos, en empatía, en conocimiento, en reflexión, en diálogo. Vivimos en una sociedad narcisista que adolece de sentido crítico. La gente joven absorbe todos los mensajes que le llega de los medios de comunicación, de las tribunas, de los discursos de un mundo adulto que no es capaz de ver su parte de responsabilidad.   

Si la sociedad es machista, si un partido político legitima en el parlamento el negacionismo de la violencia de género, si los medios de comunicación son machistas, si la educación en igualdad hace aguas, si el acceso al porno cada vez se da en edades más tempranas, si se veta la educación sexual en los centros escolares con filtros retrógrados, si se permiten debates con tertulianos machistas, negando a su vez la violencia machista y defendiendo a los machistas, si el sistema prostitucional no se entiende como una vulneración de los derechos humanos de mujeres y niñas, si se criminaliza y humilla a las mujeres que ejercen su derecho al aborto, si el feminismo está rodeado de bulos machistas, si todo huele a violencia simbólica, ¿Cómo iba a salir el barómetro? ¿En serio nos sorprenden estas cifras? Del estudio se desprende que "ha aumentado la opinión de que la violencia es inevitable, que es habitual y que, si es de poca intensidad, no supone un problema".

Deberíamos ponernos frente al espejo y analizar nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos, de entender la sexualidad. Se ha normalizado la violencia, el enfrentamiento, el ruido, la agresividad para resolver conflictos, la bronca, la confrontación. Todos estos comportamientos calan, van penetrando poco a poco en nuestras vidas para construir personas con un perfil afín a esos discursos que promueven el odio y la intolerancia.

¿Cómo estamos educando a nuestra juventud? Proyectamos sobre ellos y ellas unos valores que pintan un mundo en descomposición. La educación no puede ser una herramienta a capricho para manipular y alienar, sino todo lo contrario. La educación debe formar personas críticas, reflexivas
y tolerantes. Las personas adultas tenemos la obligación de que los y las jóvenes se miren en un espejo que merezca la pena, a ver si somos capaces de lograrlo. De momento no lo estamos haciendo nada
bien.

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