La música popular pone en conserva las tradiciones para que el paso del tiempo no las descomponga. A lo mejor es así cómo nació el folclore. En su afán de proteger esa primera raíz, los pueblos entendieron que era imposible arrancar una vida atada a la tierra, por eso hoy esas canciones nos emocionan. Cuando las escuchamos parece que han pasado siglos, las cantaban nuestras abuelas que las heredaron de sus madres y que dejaron a las nuestras como legado. Han sido las mujeres las que han ido cosiendo letras para convertirlas en guirnaldas. Y creo que en el fondo del anonimato había una llama que pedía a gritos ser viral.
Las estrofas que salían de lo cotidiano y que siempre pasaron desapercibidas se han rebelado, arrancándose de cuajo la modestia. El día que escuché por primera vez al grupo de mujeres Tanxugueiras comprendí esa furia. Ellas han conseguido traer al presente la fuerza de la música popular gallega revolucionando sus cimientos. Vi en esas mujeres la resurrección de las abuelas y en lo orgullosas que estarían de lo fuerte que defienden los himnos. El gallego, lo hablan y lo cantan con tanta energía que dan ganas de aprenderlo.
En una entrevista en Carne Cruda, en el podcast Galiza: nación de mulleres, descubrí el carácter de este grupo de cantaeiras y pandereteiras que ha revolucionado la música popular gallega con mirada feminista. La espontaneidad y verdad que transmiten conectan con una reflexión profunda sobre el machismo que guardan las coplas tradicionales y la convicción de deconstruirlas. Ahora sus letras revientan los roles y estereotipos lanzando un mensaje de empoderamiento y transformación, dirigido a las mujeres para que sean "dueñas de sus vidas". De todo esto va Figa, un tema que apunta directamente al patriarcado.
Cuando escuché por primera vez a Olaia Maneiro, Aida Tarrío y Sabela Maneiro se me erizó la piel. Me encontré con unas mujeres valientes que reivindican la tierra desde el feminismo, tejiendo proyectos que aúnan sabiduría, siendo muy conscientes de la historia de las mujeres que nos precedieron, resilientes sin saberlo.
Las mujeres invisibles que alumbraron el folclore se han reencarnado en Tanxugueiras para recuperar su identidad. “Las mujeres que no sabían leer ni escribir se convirtieron en las grandes poetas de nuestro folclore”, decían en una entrevista para El País, reclamando la presencia de las cantareiras y las pandereteiras en la vida de los pueblos. Se ha traído al presente toda esa fuerza latente a través de un trabajo etnográfico que pide ser descubierto en cada nota, porque ellas fueron escribiendo la historia, la que no se contaba. Hoy esa historia sale a borbotones de la boca de esa raíz que un día estuvo dormida.
"No nos van a frenar", reconocen tajantes, con toda la autenticidad que muestran sin filtros. Dicen que a las Tanxugueiras nunca llegaban los lobos, que pasaban de largo. Por eso son Tanxugueiras. Esos lobos son los que están en contra de la lengua y la cultura, los que oprimen, los que roban sueños. Ellas están para espantarlos.
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