La Casa de la Juana o la habitación propia

Una compañera me regaló en Navidad una edición maravillosa de la obra de Virginia Woolf , 'Una habitación propia'. El día que visité la Casa de la Juana, en Soria, enseguida la enhebré con esta guía feminista y llegué a la conclusión de que la relación entre las habitantes de la Casa y la autora se construía con los mismos pespuntes. Sin darse cuenta Isis Gayo, Miriam Tello, Azahara del Campo y Cristina Ortega habían convertido el libro de Virginia Woolf en su esencia. Todas las casas tienen una. La esencia da personalidad a los hogares, les dota de significado, de calor, de humanidad. 

La Casa de la Juana alberga arte, conocimiento, sabiduría, creatividad, reivindicación, energía y sororidad. De inicio iba a ser un taller artístico donde las ideas de Isis germinarían en la capital soriana tras dejar Madrid. Sin embargo, lo que no podía imaginar es que el hogar de su antigua propietaria, Juana, se transformaría en su propia casa, y la de otras mujeres artistas.

En realidad, la Casa de la Juana es un piso antiguo, convertido en hogar, que alberga un taller artístico colaborativo en la segunda planta de El Casino - Círculo Amistad Numancia, un referente cultural en el corazón de Soria. La Casa, que aún conserva la foto de su antigua dueña en la entrada, guarda todos los detalles de lo que fue: la cocina, el suelo de madera, los techos altos, la despensa. La Casa aglutina diferentes disciplinas artísticas y es el centro de trabajo de estas cuatro mujeres que desean abrir al mundo, ya no solo el arte y la cultura, sino una forma crítica y comprometida de entender la vida. 

La artista Miriam Tello describe muy bien en su biografía lo que trasciende de esta 'habitación propia': "Mezclar los qués y los cómos, conocer disciplinas y personas que me enseñan donde yo no alcanzo. Preservar la memoria de lo que no está o casi se pierde y hacerla presente, ser paisaje, observarlo, coserlo, pintarlo, caminarlo...". Esta relación de 'cosas que me gusta hacer' de Miriam define la filosofía de una Casa viva, comprometida y activista, que conecta con formas respetuosas de interpretar nuestra relación con el mundo.

El 8 de marzo de 2023, en uno de los salones del Casino, se leyó 'Una habitación propia', mientras Miriam nos dibujaba. Ese día las mujeres de la Casa de la Juana decidieron traer al presente esta obra genial de Virginia Woolf, leída a trocitos, recordándonos el legado feminista de las mujeres que nos precedieron, que lucharon por una habitación propia. Woolf regresaba del más allá como anfitriona de una Casa que invocaba su presencia. "Una mujer necesita dinero y una habitación propia para dedicarse a la literatura"; esta frase del libro leída en voz alta describía a la perfección sin pretenderlo el sentido de lo que estas mujeres estaban reivindicando en el seno de esta vivienda tan particular.

En esa misma fecha, Isis había colocado en las paredes del salón de la Casa grandes lienzos, pintados por ella, con retratos de mujeres eliminadas de los manuales de historia. Mujeres borradas "no son santas, reinas, ni cortesanas, las únicas que normalmente pasan la criba de los historiadores, sino profesionales, mujeres de oficio, al frente de sus vidas, con carreras públicas, aportando su grano de arena al progreso", escribía Isis.

Durante días contemplamos la imagen en papel kraft de estas mujeres borradas, ocupando de arriba a abajo la sala principal de 'la habitación propia', en señal de revancha. Isis recuperó su legado, reclamando la educación como puntal clave para avanzar en igualdad, poniendo el foco en la Ilustración e invitándonos a reflexionar: "La Ilustración proclama los Derechos del Hombre, germinando en Europa el espíritu de las democracias actuales, pero dejó a la mujer a un lado". 

Cruzar la puerta del salón de la Casa de la Juana significaba reencontrarse con Mary Wollstonecraft, Marie Lavoisier, Madamemoiselle Lenormand, Anne Lister, Josefa de Óbidos, Sybilla Merian, Florence Nightingale, Sophie Germain y Mary Montagu; mujeres en grandes dimensiones, de colores vivos y brillantes, de nombres desconocidos y lejanos, que resurgieron de las tinieblas para volver al presente reivindicando su posición en la vida pública.

Otra disciplina que alberga la Casa es la creación audiovisual. Todavía conservo en la retina los planos en blanco y negro del documental de Cristina Ortega, "Los sonidos de la soledad", que se proyectó en una de las salitas de la Casa, dedicada al cine, cuyos asistentes se podían contar con los dedos de una mano. Cristina desaparece detrás de la cámara y consigue poner el piloto rojo a la vida para retratar la cotidianidad de mujeres anónimas, que podrían ser nuestras madres y abuelas; mujeres supervivientes, las que imaginaban mundos para seguir viviendo. 

Cuando fuimos a visitar a las mujeres de la Casa de la Juana para charlar con ellas y grabar el podcast de su historia fue inevitable pensar en la mujeres que ocuparon este edificio (Casino Amistad Numancia) en el pasado, en la cultura que fue y en el presente que irrumpe con fuerza de la mano de estas artistas. Pasado, presente y futuro se alinean en torno a la cultura, a un territorio rural que de vaciado no tiene nada y a la fuerza del feminismo que atraviesa una Casa antigua, convertida en 'habitación propia', para dotarla de un sentido transformador. 

Comentarios