El documental recoge, a través de los testimonios de 13 mujeres referentes del deporte español, las discriminaciones que sufren las mujeres en el deporte de élite. Cuando escuchaba los testimonios de las deportistas me estaba imaginando una carrera de obstáculos en el horizonte de cada una de ellas. Unos obstáculos que no tenían nada que ver con lo físico. Las deportistas hablaban de una doble competición, la de la pista y la del entorno, la de un contexto que precisamente va colocando todos esos obstáculos, los simbólicos, pero tremendamente duros de superar, por injustos y por opresores.
A la dificultad de hacer frente a los retos deportivos, tan exigentes en la élite, se suman otras circunstancias que traban su carrera y que no tienen nada que ver con lo deportivo. A diario vemos ejemplos de ello. El esfuerzo y la concentración en mejorar marcas languidecen porque las deportistas muchas veces libran otra lucha, la de la igualdad de oportunidades. En vez de invertir tiempo y dedicación a su trabajo, no les queda más remedio que reivindicar derechos básicos, y esto es agotador. La carrera de obstáculos a la que tienen que hacer frente mina las fuerzas y al final retirarse es la única opción para proteger la salud mental. Todavía tenemos en la retina a las jugadoras de la selección española de fútbol.
La juradora de fútbol, Alexia Putellas, hacía unas declaraciones después de proclamarse campeonas del mundo reivindicando respeto hacia su profesión, igual que lo hay en el masculino. Pedía que las siguientes generaciones no tuvieran que preocuparse de cosas extra deportivas, porque "al final es energía que centras en otras cosas que realmente no son tu trabajo". Si la jornada laboral, la dedicada al deporte, se centra en luchar por la igualdad de salarios, de vestuarios, de equipamiento, de canchas, de convenio, de apoyo técnico, de trato, de logística en las competiciones (traslados, alojamiento...), ¿Cuándo queda tiempo para el trabajo?
Putellas habla de respeto. Me parece un aspecto fundamental. Y eso significa tomar en serio a las deportistas, no ridiculizarlas, no infantilizarlas, no humillarlas, no cosificarlas. El respeto es valorar su trabajo y méritos profesionales, es destacar sus logros deportivos y no centrarse en el ámbito personal. Es habitual escuchar o ver en los medios entrevistas o titulares machistas que empañan por completo los triunfos y carreras de las deportistas. Se hace insoportable leer comentarios sobre su aspecto físico o su ropa, sobre su familia o sobre decisiones personales que nada tienen que ver con lo deportivo. Se hace insoportable ver fotos sexualizadas de deportistas, alejadas completamente del interés que nos ocupa.
Las lágrimas de Almudena Cid son el grito de rabia de todas. Solo hay que echar un vistazo a la investigación 'Desigualdades de las deportistas de alta competición en España y medidas para la igualdad efectiva'. Las discriminaciones que revela el estudio responden a una estructura patriarcal que fomenta la desigualdad entre hombres y mujeres. Todo ello auspiciado por los medios de comunicación. La precariedad, las excusas de "el deporte femenino no interesa", el desconocimiento de nuestro cuerpo, como la menstruación, a la hora de evaluar el rendimiento, los comentarios machistas y vejatorios de entrenadores, el ninguneo, los roles de género, la presión en torno a la maternidad y la falta de recursos son solo algunas de las injusticias que señala el estudio.
La investigación propone un decálogo para la igualdad efectiva. Es imprescindible que este documento no quede en una declaración de intenciones. Se espera valentía por parte de administraciones y medios de comunicación para que el cambio sea de raíz. Solo así se conseguirá una igualdad real. Escuchad las voces de Las Hijas de Cynisca.
(*) Documental Las Hijas de Cynisca.
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