La mirada de la directora de cine Icíar Bollaín se me quedó clavada para siempre el día que vi Te doy mis ojos (2003). Ese punto de vista inédito sobre la violencia de género me dio un vuelco. Por aquel año estudiaba periodismo y un compañero de Toledo me regaló el cartel de la película. Recuerdo que se me iluminó la cara. Sin dudarlo lo coloqué en la puerta de mi habitación, y debí de hacer un pacto con aquella historia, porque jamás he podido olvidarla. Ni a sus protagonistas, ni a Icíar Bollaín.
Las historias se escuchan con más atención en pantalla gigante, por eso conquistar espacios en el cine, una industria tan poderosa, controlada por hombres, es fundamental para que la agenda feminista penetre por sus grietas neoliberales. Nos tenemos que reconocer en las historias. Se trata de representar una realidad heterogénea y cambiante, diversa y plural, de plantear conflictos y situaciones reales que nos lleven a reflexionar sobre el mundo que nos rodea. Si las mujeres somos la mitad de la humanidad, nuestras vivencias no pueden ser interpretadas o contadas por miradas ajenas, somos dueñas de nuestro propio relato y tener voz en el medio es combatir los sesgos.
En este sentido, los festivales de cine son unos vehículos de transmisión cultural y de difusión magníficos. Estos encuentros favorecen la colaboración, la promoción y la reflexión en una puesta en común enriquecedora, donde se presentan trabajos que nos remueven y se fraguan ideas que un día fueron sueños. Los festivales llenan las salas para democratizar los relatos y su onda expansiva es tan sonora que sacude las ideas y a veces hasta las transforma.
Aquí me gustaría detenerme en el Festival Internacional de Cine Documental sobre Género MujerDOC, que se celebra en Soria y que ya va por su 8ª edición, organizado por la ONG Mujeres del Mundo y el Ayuntamiento de Soria, y que es un referente en poner en el centro la agenda feminista, "creado para contribuir a eliminar los estereotipos de género y visibilizar el papel de las mujeres en el desarrollo de las sociedades", a través de la exhibición de documentales.
MujerDOC es el rayo violeta que necesitamos para reaccionar. Las historias que se cuentan son punzadas que nos ayudan a empatizar, a conocer otras realidades, a tomar conciencia en temas invisibles y lejanos, a adentrarnos en situaciones delicadas y dolorosas, a humanizarnos y a comprometernos. Es un ejercicio de introspección, pero también nos deja hilvanados los contenidos para transformar el exterior.
Los foros que se crean en torno a estos encuentros nos ayudan a desarrollar el pensamiento crítico, tan ninguneado, y a reivindicar con imágenes la igualdad. En MujerDOC se proyectan documentales que remueven y acuerpan a la vez. La muestra comenzará a primeros de marzo con la proyección de los documentales seleccionados en los Cines Mercado de la capital soriana, y on-line en la plataforma FILMIN.
De momento, antes de que comience el festival, me quedo con la impactante imagen que presenta este año: palomas de la paz huyendo de la guerra (tan delicadas, tan resilientes, tan necesarias). Este mensaje, que es pura poesía, concentrado en ráfagas que erizan la piel, me reafirma en el convencimiento de que el cine es política porque cuenta historias cotidianas que en realidad no son hechos aislados, sino vidas enteras.
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