Vivo en Soria, en un entorno
privilegiado, rodeada de naturaleza y de un patrimonio
histórico-cultural increíble. Vivo en una provincia despoblada (hay
más), olvidada, incluso algunas personas piensan que estamos
muertas. Se equivocan, somos personas fuertes, resilientes y
perseverantes, nunca fuimos autómatas, nuestra capacidad para crear
y emprender es infinita, somos únicos. La resistencia numantina no
es una leyenda.
No nos queremos parecer a las grandes
urbes, agotadas, desgastadas y castigadas por la sobrepoblación, la
contaminación, el estrés, la deshumanización y las desigualdades. Algo a lo que habría que poner freno urgentemente. Queremos conservar la
autenticidad de nuestra tierra, su valor ecológico incalculable, su
sostenibilidad, su desarrollo local, sin renunciar a nuestros
derechos como ciudadanía. Es imprescindible implementar políticas
que descongestionen esas moles insostenibles y se piense en una
vertebración del territorio, conectada y sensible con las personas y
el entorno.
Las grandes ciudades, que crecen exponencialmente, están
siendo el cobijo de los y las jóvenes emigrados que han hallado en sus fauces
una oportunidad. Somos la España Vaciada, que como muy bien explica María Sánchez
en su libro Tierra de Mujeres: "No somos la España vacía. Somos un
territorio lleno de vida. De personas, de historias, de oficios, de comunidades.
El medio rural y sus habitantes no necesitan que ninguna literatura los rescate.
Necesitan que se los reconozca al fin, ocupar su espacio y recuperar la voz. Necesitan
más que nunca que se afronten de verdad sus problemas y sus necesidades. Nuestro
pueblos se mueren y lo que más necesitamos son soluciones de verdad, políticas
comunes, medidas de urgencia, concienciación ciudadana. Necesitan los mismos
servicios a los que pueden acceder nuestros hermanos que viven en las ciudades.
Sobran las historias y la literatura si siempre proceden de los mismos. No
necesitan paternalismos ni romanticismos".
Toda la atención se centra en estos núcleos masificados, la
actualidad siempre apunta a las capitales “importantes”, olvidándose de
nosotros, de las personas que vivimos en las provincias despobladas. Hemos
llegado a este punto por varios motivos: mala o nula gestión, desidia,
conformismo, dejadez y sentimiento de inferioridad, entre otros.
La herida abierta de los derechos fundamentales es más que
evidente, se han recortado recursos en sanidad, en educación, en empleo, en infraestructuras…
Si en los últimos años el estado de bienestar se ha tambaleado en las ciudades,
os podéis imaginar cómo ha repercutido ese seísmo en nuestras provincias.
La Revuelta de la España Vaciada debería presentarse como
una oportunidad, una toma de consciencia, una catarsis, una hoja de ruta con un
proyecto de vida diferente, sostenible, reivindicando medidas sociales y
fiscales que garanticen la igualdad de oportunidades, la equidad, desde un
enfoque feminista. Es una sacudida, la ruptura del statu quo, una alarma vital.
En las provincias hay iniciativas emprendedoras muy potentes
que sobreviven gracias a la fuerza de la gente y a un tejido social
cooperativo, autogestionado. En esta España despoblada se generan lazos muy
fuertes de ayuda mutua, de empatía, de solidaridad, de cuidados (recayendo
principalmente en ellas). Que se lo pregunten a las mujeres que tiran cada día
de los proyectos, de las familias, de las casas, y que a pesar de su
invisibilidad, ahí están, desarrollando iniciativas que promueven la economía
local, protegiendo la tierra. Sin embargo, esta
marea de voluntades pende de un hilo, a falta de servicios y soluciones
concretas. No podemos más.
No, no nos queremos parecer a las grandes urbes, con su
polución, crecimiento incontrolado y una nula calidad de vida, nos gustan
nuestros bosques, nuestro aire, nuestro entorno, nuestra vida saludable,
nuestra honestidad, nuestra historia, nuestras raíces, nuestra identidad,
nuestra cultura, nuestros oficios, nuestra sabiduría, eso sí, exigimos las
mismas oportunidades y un estado de bienestar real y efectivo. No somos una
postal nostálgica en blanco y negro, somos ciudadanos y ciudadanas de carne y
hueso.
Comentarios
Publicar un comentario