Violencia simbólica, una almorrana a erradicar


"La sociedad no sabe definir qué es violencia de género", decía Dunia Etura, doctora en periodismo y profesora del área de periodismo de la Universidad de Valladolid. " Pero ¿por qué? Por cosas como esta...", lo decía señalando la foto de un autobús que ha estado circulando estos días con total descaro por las calles de Madrid con mensajes machistas y la cara de Hitler.

Según el último informe de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), "el 56% de los jóvenes españoles defiende posiciones machistas que justifican el ejercicio de la dominación masculina y la violencia derivada de este tipo de relaciones como grabar o hacer fotos a su pareja sin permiso". ¿Por qué más de la mitad de los jóvenes defiende posiciones machistas?

Nos dicen que es la juventud mejor preparada de la historia, mejor informada, mejor conectada. Sin embargo, "las mejoras" en materia de igualdad todavía no han calado lo suficiente. ¿Por qué? Nos hemos preguntado cómo somos los adultos, cómo es nuestra sociedad y qué valores les estamos transmitiendo.

¿No será que los y las jóvenes han adoptado los patrones sociales que ha confeccionado el sistema patriarcal? ¿Qué mensaje reciben de la familia, de la escuela, de los medios de comunicación, de internet, de las instituciones?

Esta confusión, esta ignorancia que nos persigue, que nos hace dudar y hasta reforzar los estereotipos de género se debe a la violencia simbólica, un término que según el sociólogo Pierre Bourdieu, "se trata de una violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento".

En este sentido, Bourdieu habla de "dominación masculina" a la forma de opresión silenciosa de los hombres hacia las mujeres, legitimada por las diferencias anatómicas y biológicas. La violencia simbólica es un copia y pega de los patrones sociales, se reproduce, se perpetúa, es perversa, dominante y peligrosa, donde la víctima no es consciente de esa dominación.

¿Qué ejemplos tenemos de violencia simbólica? Los medios de comunicación son una gran fábrica, solo hay que echar un vistazo a determinados programas de televisión o directamente a la publicidad. También hay violencia simbólica en nuestras conversaciones, en la familia, en el lenguaje, en el día a día. El mensaje está legitimiado, interiorizado. ¿Cuántas veces lo cuestionamos? Leed la conversación que Ana Roberts mantiene con Daniela Allerbon, licenciada en Economía y posgrado en Gestión Política y Cultural sobre violencia simbólica, la que no se ve. Define muy bien lo que es la violencia simbólica, con ejemplos y situaciones que os resultarán muy cercanas.

Lara Herrero, de la asociación Dialogasex, imparte talleres de educación sexual en institutos y hace poco le preguntaban en un centro si se sentía placer en una violación o si tenía que depilarse los genitales en una primera relación sexual. Es preocupante. ¿De dónde viene la información que reciben? Principalmente del porno. Y el porno no es educación sexual.

En el último taller que impartió Lara a un grupo de chicas y chicos bajo el título "A ritmo de mi sexualidad", y en el que pude participar de oyente, aprendimos muchas cosas: a cómo analizar desde una mirada crítica las canciones y videoclips que escuchamos y vemos constantemente (cuántas letras e imágenes cargadas de estereotipos, desigualdad, machismo y violencia), a respetar, a aceptarnos, a ganar seguridad, a comunicarnos mejor, a que las relaciones siempre deben de ser consentidas, a que los celos jamás aportan nada positivo, a que el control nos puede llevar a la violencia de género.

La última actividad fue deconstruir un estribillo de una canción muy conocida a partir de valores que el grupo había trabajado previamente y el resultado fue sorprendente. Un antes y un después. Una actividad muy parecida a la de un centro educativo de Cuenca: "¿Cómo te suena?", donde chicos y chicas desenmascaran el machismo de las canciones en menos de cuatro minutos.

Es imprescindible desarrollar una educación que muestre la cara de la violencia simbólica, que la destape, que no sea cómplice, que desmonte los estereotipos (ver vídeo), que no siga reproduciendo patrones culturales por los siglos de los siglos. "La cultura es una construcción y es modificable", decía Dunia Etura, "la violencia simbólica la toleramos, la ejercemos, la tenemos muy arraigada en nuestra cultura, legitimada por los estereotipos".

Los medios de comunicación desempeñan un papel muy importante en el cambio social. Nuria Varela, experta en feminismo, lo explica muy bien: "Los medios de comunicación son extraordinarios aliados de esta violencia simbólica puesto que refuerzan el proceso de socialización de género reforzando el mismo tipo de valores y paisajes sociales. Los contenidos de las noticias, programas de ficción o de entretenimiento, reproducen aquello que la sociedad espera de mujeres y varones". 

¿Entendemos ahora el dato del informe de la FAD? Pero ojo con ser alarmistas. No os podéis perder el artículo de eldiario.es, de Marta Borraz, titulado "Los jóvenes "son cada vez más machistas" y "vivimos un retroceso": una alarma social sin evidencias", en el que las expertas alertan de la pervivencia de comportamientos machistas y sexistas en la juventud, pero también "aseguran que los valores de igualdad están calando [...] hay violencia en la juventud y perviven los comportamientos machistas y sexistas, por supuesto, pero no podemos dejarnos llevar por alarmas sociales si queremos afinar en el diagnóstico. De otra manera, solo contribuiremos a naturalizar el problema o creer que es posible afrontarlo con políticas punitivas, cuando en realidad es algo social".

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No lo creo. Decía Mafalda: "No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor, todavía no se habían dado cuenta". 

Todavía tengo en la retina las manifestaciones del 8M, con muchas mujeres jóvenes detrás de las pancartas, leyendo manifiestos y sujetando megáfonos. Contagiaban su fuerza. También hemos visto mujeres jóvenes, líderes de movimientos ecofeministas y pacifistas como los de la lucha contra el cambio climático, como Greta Thunberg.

Hasta que no desterremos la violencia simbólica, tan integrada en nuestra vida cotidiana, no conseguiremos acabar con la violencia de género. Para eso hay que visibilizarla y desmontar lo que "parece normal" y no lo es, porque los estereotipos no son reales.

Me gusta esta imagen de Píkara Magazine que ilustra muy bien los tipos de violencia de género:
La violencia simbólica es como una almorrana, no se ve, pero está ahí, duele y es incómoda. Definitivamente, hay que erradicarla.

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