Ojalá fuera verdad, ojalá un Edward Lewis, Richard Gere en Pretty Woman, un guapo, apuesto y rico hombre de negocios se enamorara perdidamente de una puta, de Vivian Ward (Julia Roberts), una joven risueña, alocada, infantil, fracasada, una cenicienta contemporánea, como en las películas de Disney, donde el valiente galán salva a la bella, pero desgraciada princesa, puta, sirvienta, durmiente. Y le calza un zapato de cristal, un anillo, un ramo de flores, un lazo, y la hace suya para siempre, porque él es maravilloso, es Edward Lewis, y tú, Vivian Ward, una afortunada que ha sido tocada por su varita mágica, el patriarcado es puro hechizo, puede hacer tus sueños realidad.
¿Qué mujer no lo ha soñado alguna vez? El mito del amor romántico ha planeado sobre nuestras cabezas tantas veces. Puedes cumplir tu sueño, solo hay que dejarse llevar, nos decían. Pero todo esto es puro engaño. El otro día cayó en mis manos ¡Yo digo no!, la guía joven contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual, elaborada por la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura -ADHEX, que arrojaba datos escalofriantes, como que España es el tercer país consumidor de prostitución, tras Puerto Rico y Tailandia "donde el turismo para mantener relaciones sexuales con niñas es escandaloso", un mercado, el de la prostitución, que puede estar moviendo anualmente alrededor de 3.800 millones. Una mujer explotada, según este documento, puede aportar a la red o al proxeneta hasta 150.000 euros al año, unos 500 euros diarios. Según Naciones Unidas, el 39% de los varones españoles ha pagado alguna vez por mantener relaciones sexuales. La trata de personas se sitúa como el segundo negocio ilegal más lucrativo, entre el tráfico de armas y el tráfico de drogas.
Por eso, porque el amor es maravilloso y todo lo puede, porque el todo por amor es marca Disney, existen tipos que engañan a las mujeres para ser explotadas, se llaman "lover-boys o padrote". Son chavales jóvenes que pertenecen a una red de trata. Se aprovechan de situaciones de vulnerabilidad de las mujeres para seducirlas, enamorarlas, aislarlas de su entorno, hacerlas creer que es el hombre de su vida, su príncipe azul para conseguir el objetivo: captarlas para la red. Estos individuos utilizan el maltrato psicológico para aleccionar a sus víctimas y venderlas a un proxeneta. Una vez que están atrapadas en la tela de araña no hay marcha atrás. Llega la invisibilidad, la violencia y la deshumanización.
La víctima de trata y activista feminista Amelia Tiganus define al sistema prostituyente como un campo de concentración para mujeres pobres. La prostitución es un chollo para los proxenetas, una actividad normalizada, aceptada socialmente, blanqueada con historias de ficción edulcoradas, como Pretty Woman, aunque en realidad sea una vulneración flagrante de los derechos humanos. Esa es la verdad. También la esclavitud era muy rentable para los explotadores y un infierno para los esclavos y pensar en su legalización es una aberración, ¿verdad? ¿Por qué se pide legalizar la prostitución? Tiganus dice que la prostitución no es un trabajo, porque "no vendo un producto, yo soy el producto". Al neoliberalismo, al proxeneta, le interesa su legalización porque impone "sus normas de mercado" y convierte una vez más el cuerpo de la mujer en un objeto de usar y tirar, envuelto en una engañosa libertad, lejos de la realidad, una estrategia de marketing para justificar el "negocio" de compra y venta de seres humanos.
Hace algunos meses, charlando con responsables de Betania (programa de apoyo para mujeres en contextos de exclusión, prostitución y víctimas de trata con fines de explotación), nos mostraban una realidad que no tenía nada que ver con Pretty Woman. Nos hablaron de explotación, de trata, de violencia, de deshumanización, pero también nos hablaron de ellos, de los puteros, de cómo utilizan a las mujeres para dar rienda suelta a su dominación: pagan, luego exigen, humillan y violan, y de cómo se ha convertido en un plan de ocio. Esto último me removió. Trabajo desarrollando programas de ocio, participación y formación, dirigidos a jóvenes, y pensé en ello durante varios días, semanas: "El 24,1% de los hombres prostituyentes consume mujeres como diversión, como una forma más de ocio". Y cada vez son más jóvenes.
Este tipo de ocio va muy ligado a la pornografía, es el cebo para enganchar a los jóvenes al siguiente nivel, la prostitución. Tanto en la pornografía como en la prostitución se dan relaciones violentas, agresivas, de sumisión para ellas, de control y dominación para ellos, no son relaciones sexuales basadas en la igualdad y el disfrute mutuo, se trata de violencia sexual, donde la mujer es un producto. Y el patriarcado dando palmas, y el neoliberalismo haciendo caja, a costa de nuestras vidas.
Como bien apunta Enrique Javier Díez Gutiérrez, "regular la prostitución legitima implícitamente las relaciones patriarcales. ¿Cómo podremos educar para la igualdad en una sociedad donde las chicas sabrán que su futuro puede ser prostitutas, viendo a otras exhibirse en escaparates al estilo del barrio rojo de Holanda, y los chicos sabrán que pueden usarlas para su disfrute sexual si tiene el suficiente dinero para pagar por ello?"
¿Por qué la prostitución es violencia de género? Porque la violencia sexual es una forma más de violencia machista, donde el control, la dominación y la utilización del cuerpo de las mujeres es su fin. Decía la ONG Médicos del Mundo Navarra en un manifiesto en el Día Internacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres que "el patriarcado, para sostenerse, para sostener el sistema de opresión, necesita de la violencia".
¿Hablamos de legislación? El manifiesto de Médicos del Mundo nos remite a la Ley Foral 14/2015 de Actuación contra la Violencia hacia las Mujeres, que incluye la prostitución como una forma más de violencia sexual: "En su artículo 3, Definición y manifestaciones de la violencia contra las mujeres, apartado e) dice: "Prostitución y/o explotación sexual: Práctica de mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero. Obtención de beneficios financieros o de otra índole con la explotación del ejercicio de la prostitución ajena (incluidos actos pornográficos o la producción de material pornográfico), aun con su consentimiento".
Esta ley pionera reconoce lo que otros organismos internacionales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 o la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la mujer, aprobada en el 20 de diciembre de 1993 por la Asamblea de Naciones Unidas, "han venido diciendo desde hace bastante tiempo: que la prostitución es una de las más brutales formas de violencia contra las mujeres".
Hay países como Francia, Suecia o Irlanda que han impulsado leyes abolicionistas de la prostitución, con dotación presupuestaria suficiente para desarrollar planes donde "las mujeres prostitutas reciben ayudas sociales, inserción laboral, formativa, etc., y se persigue de forma eficaz al proxenetismo y la demanda de la prostitución, considerando que en el origen de esta se halla la feminización de la pobreza, la vulnerabilidad de muchas mujeres, y como no, la creciente demanda masculina de cuerpos de mujeres para su consumo".
Y ahora me decís que el trabajo sexual existe. A ver con qué cuajo.
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