Confía

Confía. Con esta palabra escrita en una cinta, pegada a un ramito de lavanda sobre papel marrón, venía envuelto el regalo que me enviaba mi amiga. Un envoltorio con mensaje es como recibir un libro dedicado, te pertenece antes de tenerlo entre las manos. A veces el exterior de los regalos dicen mucho de la persona que los envía. Mi amiga piensa tanto en los detalles (para sus amores) que a veces no mira en su interior y eso duele. 

Echo mucho de menos nuestras conversaciones en las que un café podía durar más de una hora. Echo mucho de menos ese intercambio de terapias que confortan y protegen. El "confía" es el nombre en clave de esos espacios de confianza, donde la perspectiva cambia después de una charla sanadora. El abrazo o las lágrimas que brotan sin juicios se concentran en ese "confía" que huele a color violeta. Ahora como nada puede ser físico, la complicidad hay que practicarla a través de los detalles. El hilo debe mantenerse fuerte, así que el "confía" escrito a máquina sobre una cinta adhesiva es la señal de que resiste, resistimos

Cuántas veces nos hemos desahogado en grupo, el lugar donde hemos "soltado nuestras mierdas", a veces enfurecidas, rabiosas, deslenguadas y mordaces, otras, tristes, dolidas, frustradas o vulnerables. Y cuántas veces nos hemos sentido protegidas y comprendidas en esos círculos de mujeres. Y sin pedir perdón, que es lo único que está prohibido. Porque los sentimientos brotan y todos son válidos, en el "confía" nos abrazamos. Cómo no entenderlo si en realidad de una u otra forma nos ha pasado a todas.

En torno a un café o en el grupo de WhatsApp, la red siempre está preparada sin apenas preguntas. El contenido de la charla se queda en esa madeja, bien tejidita de energía, sin valoraciones, ajustando el mensaje al contexto y el tono al estado de ánimo. Lo que se comparte en la red se queda en la red.

Confía. De eso van las conversaciones, de tener esperanza, de que necesitamos ese ramito de lavanda para seguir resistiendo. Debemos permanecer juntas y favorecer espacios que nos sigan cuidando. Son tiempos difíciles, donde el contacto físico y las charlas animadas son incompatibles con lo cotidiano (con la fuerza que nos dan los abrazos), el día a día es otra cosa, nos invade una sensación de soledad terrible que nos paraliza y dificulta la connivencia. Se apodera de nosotras la incertidumbre, la tristeza, la preocupación por los nuestros y la responsabilidad de seguir hacia adelante, pero nos empeñamos (no hay otra opción) en reinventar los modelos que saltaron por los aires para que el "confía" tenga sentido. 

Volvemos a los recuerdos para soñar lo que fuimos, disfrutábamos de cosas insignificantes que hoy parecen inalcanzables, pero el "confía" nos marca el camino. Nuestro amarre se forja de otra manera, aunque las circunstancias lo estén poniendo difícil hay que seguir sosteniendo ese ramito de lavanda. 

Debo un "confía" a mi amiga, quizás lo necesite más que nunca, quizás me lo envió porque quería leerlo en voz alta mientras preparaba el regalo. Pues por aquí va mi "confía" para ti, amiga, y también para vosotras, porque volverán los cafés, las tertulias y los paseos interminables, donde cuajaban ideas poderosas. Volverá la calma después de una sesión de llanto, volveremos a quedar en otros barrios, en otros viajes. Ahora hay que estar muy atentas a las señales, porque el "confía" a veces se escucha muy bajito.    

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