Eso no es amor

Cuando Marina Marroquí nos contaba en forma de monólogo la raíz de la violencia machista pensaba en nuestra adolescencia y en cómo la hubiéramos necesitado entonces. Cómo habríamos agradecido que alguien nos hubiera dicho: "Mira, eso no es amor". Nos sentíamos contrariadas, perdidas, pequeñas, solas. Nadie nos había hablado como lo hace Marina a un auditorio repleto de gente joven. Hace un tiempo tuve la suerte de asistir al monólogo de Marina "Eso no es amor", en Soria, y reviví todas las inseguridades de aquella época, atropellada por los estereotipos, pero que nos ha llevado a un presente con un patriarcado más sibilino, adaptado a las TICs.

Mi mente viajaba al pasado, volvía al presente y pensaba en cómo la violencia machista se había reinventado para sobrevivir. Unos días después de ese monólogo leía que la policía protege a 836 niñas, víctimas de la violencia machista, según datos del Ministerio de Interior: 360 en riesgo bajo, 173 en medio y 15 en riesgo alto. Podéis ampliar estas cifras siguiendo el hilo en Twitter de la periodista Macarena Baena.   

Cuando escuchamos a Marina Marroquí narrar su episodio de violencia machista y la espiral del horror que vivió durante varios años, nos pusimos en su piel para pensar en nosotras mismas, las adultas de hoy que fuimos jóvenes en los 90. Esa tarde repasamos nuestras experiencias, nuestras relaciones, nuestras lágrimas por amor. Todas las películas, series y cuentos aspiraban a que conquistáramos un amor puro y verdadero, aunque nos fuera la vida en ello. Ay, qué tarde descubrimos a Coral Herrera.  

Necesitaríamos a muchas marinas para revertir una situación preocupante que actualmente está empujando con fuerza hacia atrás, un lastre machista que se recicla para seguir viviendo. Las cifras son alarmantes, así como los estudios de expertas y profesoras de universidad que confiesan tener propuestas de trabajos de alumnos con enfoques negacionistas. "Y hace unos años nadie me proponía en clase trabajos así", reconocía la profesora de la UOC, Ana I. Bernal Triviño, en una conferencia hace unos días, mostrando preocupación por este retroceso.

Para erradicar la violencia machista es imprescindible que todos los agentes de socialización remen en la misma dirección: familia, centro educativo, instituciones, medios de comunicación, políticas, etc. El feminismo debe ser transversal y de raíz, sin grietas, sin cuestionamiento, sin dudas, porque los derechos humanos no se debaten, no se niegan, no se ridiculizan.

En una entrevista Marina Marroquí apuntaba que "hay que dejar de pensar que el machismo son tres misóginos en la barra de un bar". Efectivamente, el machismo no es una acción, ni un comportamiento, ni unos chascarrillos. El machismo es una manera de ser y de pensar, un convencimiento, una forma de  entender la vida y las relaciones sociales e interpersonales. Y eso es muy grave. 

El patriarcado sabe muy bien cómo penetrar en las mentes, reventando desde dentro los cimientos que construye el feminismo. Narcotiza a las masas a través de las redes sociales, medios de comunicación masivos, incontrolables y poderosos, aliados del capitalismo feroz, inyectando estereotipos y contenidos que "venden". Esto daría para otro debate, pero deberíamos poner el foco en los límites de las redes sociales. ¿Quién se atreve a exigir a estos gigantes mediátios una gestión responsable de la información? ¿Quién se atreve a reprobar a referentes misóginos, racistas, negacionistas, homófobos que cuentan con miles de seguidores? La juventud les sigue, les copia y todo ese discurso que vulnera los derechos humanos se expande en décimas de segundo, llegando a miles de personas. Es un altavoz potente y peligroso. 

"El machismo es cultura, no es conducta, y los mensajes negacionistas están calando entre los jóvenes", advertía el profesor Miguel Lorente en la Cadena Ser

"Eso no es amor", repetía una y otra vez Marina Marroquí. Y lo hacía desde la ironía y el humor, sin olvidar la gravedad del asunto, porque nos va la vida en ello, y negarlo es una irresponsabilidad. 

(*) Ilustración de El Hulahoop.


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