Las mujeres que viven en los márgenes


De vez en cuando voy con mi madre al cine. Me gusta ir con ella, sobre todo a ver películas de esas que nos atraviesan. Nos miramos cómplices y decimos: esta sí. Compartimos gustos y esa pasión por lo social. Quizás le arrebaté una vocación que siempre fue para ella, aunque jamás pudo hacer profesional algo que pensaba que era innato, y además, eran otros tiempos, donde las mujeres tenían vetado el conocimiento y lo social era algo que salía del corazón. Menuda falacia, pero se vendía muy bien, principalmente para controlarnos y aleccionarnos.

Después de salir del cine nace un debate, siempre surge. Es inevitable comentar la película, a veces con silencios. Mi madre es voluntaria en una ONG y cuando ve películas que nos colocan la vida de frente se posiciona con más fuerza en su trabajo. Eso nos pasó con la película "En los márgenes" de Juan Diego Botto. Miraba a mi madre de reojo en la butaca y mi mente la trasladaba al otro lado de la pantalla, entre los personajes. Y allí dentro, en las calles, en los balcones, en las cocinas, en los portales, veía a las mujeres de mi barrio. Y me acordaba de las reividaciones de mi madre, contándome lo mal que está la vida, lo importante que es la ayuda mutua (la solidaridad) y cómo el poder y sus privilegios nos acorralan en los márgenes.

De eso iba la película, de cómo el poder acorrala los derechos humanos en los márgenes. Hay quienes retuercen la vida culpando a los acorralados de su desgracia. El castigo, dicen, es merecido. No se han esforzado lo suficiente, dicen. Les pasa eso por su mala cabeza, dicen. Esas lenguas que envenenan lo público, que lo demonizan, necesitan tirar de las cinchas para mantener su verborrea altiva (sus privilegios). Sin embargo, los derechos humanos no se venden, no se puede especular con la vida. La vivienda es un derecho, igual que lo son la educación o la sanidad. Cuando se vive entre las cuerdas a veces hasta se duda de la veracidad de los derechos humanos. Y nos pellizcamos con incredulidad. 

Pero las mujeres de "En los márgenes", las mujeres de mi barrio, nos recuerdan que es real, que los derechos humanos existen, que nos pertenecen, pero que hay que lucharlos. Y en eso están las mujeres de mi barrio, mi madre, sus compañeras de la ONG y las mujeres de la película. La lucha recae sobre todas ellas, porque los hombres se derrumbaron detrás de la coraza que ostenta su masculinidad. Y ellas arrastran los cuidados, la precariedad, la familia, las responsabilidades, las deudas, los problemas y la vida de mierda agarradas a la comunidad que han construido y en la que creen, porque se tienen, se sostienen. 

En los márgenes escribimos los comentarios que se añaden al texto principal y que muchas veces son los que dan sentido al relato. Ellas anotan esas frases desde los márgenes presionando al discurso hegemónico para incomodarlo, completarlo, revisarlo. Estas mujeres, las de la película, las mujeres de mi barrio, viven en los márgenes, porque el sistema las ha expulsado por desencajar, y entonces los márgenes se rebelan, y el texto principal se resiente. Los derechos humanos no habitan en los márgenes, son el argumento. Esa es la frase no escrita de la pancarta que sostienen las mujeres a lo largo de la película. Y con qué entereza, con qué dignidad.

"En los márgenes" da voz a las mujeres que no la tienen. A las invisibles. A las que se rebelan. En la película las mujeres se enfrentan a los problemas con tanta dignidad que es difícil contener las lágrimas. Qué lección de dignidad. Las mujeres se abren en canal para mostrar la vida, con honestidad, sin efectos especiales. La culpa abandona su cuerpo en cada frase de un guion impecable. La actriz protagonista, Penélope Cruz, encarna ese proceso. La realidad se presenta de golpe y duele tanta verdad, pero es imprescindible contarla, porque es así. Y ya no vale girar la cabeza y distraerse con el cinismo. 

Después de salir del cine, mi madre, mi hermana y yo volvimos a casa, al barrio, y pensé en cómo condensar tanta verdad. Atiné a escribir algunas frases en el bloc de notas del móvil: Que el feminismo atraviesa una historia de historias. Que el cine es revolucionario cuando remueve, transforma, zarandea. Que cuando miras ya no puedes dejar de mirar. Que es difícil deshacer el nudo. Que a lo mejor luchando.

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