El antienvejecimiento no existe

Si hace un año dediqué una oda a la bendición de cumplir años, en esta ocasión reivindico el envejecimiento como símbolo de vida. Porque envejecer es eso precisamente, vivir. Sobre esto hablaba el otro día en la radio la actriz Ana Torret, protagonista de la campaña 'Libre de edadismo', promovida por la fundación Grandes Amigos, en la necesidad de regular el lenguaje de la industria cosmética "para eliminar términos como 'antiedad' o 'antienvejecimiento'". 

El paso del tiempo es irremediable y afrontarlo con fórmulas mágicas es una falacia, un autoengaño patrocinado por productos que prometen frenarlo. El negocio de la estética, enfocado principalmente en las mujeres, se está dirigiendo a chicas cada vez más jóvenes, incluso a niñas. Todavía me acuerdo de la actuación de la cómica Ana Morgade en el programa de "Al cielo con ella" en relación con este tema. Os recomiendo el vídeo donde critica en tono de humor esta presión estética. 

Parece descabellado y hasta ridículo, pero hay niñas y adolescentes preocupadas por la estética, enganchadas a tutoriales y cuentas en redes sociales que aconsejan productos y prácticas con pautas muy marcadas. El mercado ha descubierto un jugoso nicho de consumo que afecta a las mujeres, pero a edades cada vez más tempranas. La publicidad, las redes y otros canales de comunicación alientan la hipersexualización en las niñas, vulnerando descaradamente los derechos de la infancia. Es urgente que las instituciones y organismos competentes pongan límites a este delirio. ¿Cómo se puede consentir que una niña vea arrugas en su rostro y quiera poner freno a un cuerpo de diez años? ¿Cómo es posible que se esté fomentando y reforzando una idea que lo único que hace es destruir la autoestima de esta niña, convirtiéndola en un objeto?  

Utilizar el término 'antiedad' es irresponsable y perverso. Y lo más grave, está llegando a chicas muy jóvenes. Cada vez se ven más niñas maquilladas en las graduaciones de primaria, preocupadas por la imagen e intentando copiar unas tendencias fantasiosas que tienen mucho que ver con conseguir likes en las redes sociales. La violencia estética está permeabilizando en generaciones tempranas y la agresividad en el lenguaje publicitario de las marcas no ayuda a frenar este despropósito.

La arruga ni es bella ni deja de serlo, es parte del proceso de la vida, es un signo del paso del tiempo que indica envejecimiento. No se puede luchar contra nuestra propia naturaleza. La edad hay que celebrarla. Cada año cumplido es una prueba de vida maravillosa. La vejez nos da años, pero también experiencia y herramientas para vivir mejor. Por eso es injusto que nos deshumanicen cuando cumplimos años. Este sistema capitalista nos excluye en cuanto vamos cumpliendo años, y ya no se conforma con la edad media. Va avisando a las niñas de lo que las espera si "quieren triunfar", hasta convertirse en una obsesión. El plan es diabólico. 

Esto me recuerda a la película  'La sustancia', que os recomiendo, principalmente por la reflexión que subyace y la excepcional interpretación de su protagonista, Demi Moore. Es una ficción que lleva al extremo la obsesión de una mujer por alcanzar un ideal de belleza con el fin de permanecer dentro de un sistema despiadado e injusto. "Una mujer me dijo: nunca serás suficiente, pero puedes conocer tu valor si dejas esa vara de medir", dijo Moore en su discurso tras ganar el Globo de Oro por su interpretación en esta película. 

La preparadora física y periodista, Sara Tabares, escribía hace poco en sus redes sociales: "Nos enseñaron a odiar nuestros cuerpos para vendernos la solución. Hoy, amarnos tal como somos es revolución". Me quedo con estas referentes que nos ayudan a poner el foco en lo importante, en nuestra salud, en nuestra mente, en nuestra fuerza y vitalidad, en nosotras. Porque cumplir años es un éxito y hay que celebrarlo sin caer en las trampas del lenguaje, y reivindicando la edad como un símbolo de experiencia y sabiduría. Si la ficción quiere contar la vida de personas reales, que lo haga desde la verdad, y que no nos invente, que las mujeres mayores ya existimos. 

(*) Foto de la campaña libredeedadismo.org

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