Las mujeres rurales quieren la tierra


El mundo rural está atravesado por la fuerza invisible de las mujeres. Mis abuelas, mi madre y yo misma nos hemos criado en ese entorno, salvando las distancias históricas, y actualmente vivo en Soria, el epicentro de la despoblación. Sé de lo que hablo. Ahora que ha comenzado la campaña electoral es necesario poner la lupa en los programas políticos que abordan el mundo rural con perspectiva feminista (y en los que no). Reivindico que hay que afrontar el reto demográfico pensando en las mujeres. Las políticas que se implementen deben tener muy en cuenta el papel que desempeñan las mujeres en un ámbito masculinizado y vulnerable para ellas. Sin recursos destinados a desarrollar políticas feministas, las mujeres del mundo rural se verán arrastradas al olvido social e institucional. 

Las mujeres están muy presentes, han sido el motor económico y social de los pueblos. Sería un retroceso apoyar políticas que dibujan a las mujeres dentro de un cuadro costumbrista y nostálgico, rodeadas de un falso romanticismo que las lanza a su histórico deber de la procreación para "salvar" el territorio despoblado. Hay que desterrar ese mantra patriarcal que las aleja de la participación en la vida pública, sin la oportunidad de promover cambios, sin ser ellas las protagonistas de esa transformación, de elegir con libertad cómo quieren vivir, sin que recaiga sobre ellas el peso de los cuidados. La solución pasa por implementar unos servicios sociales de calidad que vertebren el medio rural. Con relación a este tema, la entrevista a Margarita Pardo, pionera en la creación de los servicios sociales rurales en Castilla-La Mancha, en el diario nuevatribuna.es, es muy reveladora. 

¿Quiénes escuchan en serio a las mujeres del mundo rural? He escrito en el blog diferentes post sobre este tema y siempre llego a la misma conclusión: nos miran, pero no nos ven. 
A través del podcast Mujeres Rebeladas he explorado algunos sectores donde hay mujeres que continuamente están rompiendo estereotipos, mujeres que escalan montañas invisibles, que trabajan mucho, pero que se les reconoce poco, en un mundo hostil y patriarcal. 

Ahora que estamos en campaña me gustaría ver en los programas propuestas feministas para el mundo rural. Es imprescindible contar con las mujeres del mundo rural para tratar el tema de la despoblación. Sin ellas estaríamos frente a unos programas políticos sesgados, faltos de rigor y coherencia. No se puede hablar de despoblación sin echar la vista atrás y detenernos en las mujeres que nos precedieron. Las veo a ellas, viviendo en ese mundo rural sin derechos, con toda la virulencia del machismo y la represión franquista, donde la violencia hacia las mujeres estaba normalizada y justificada.

Por ellas, por nuestras abuelas y madres que lo sufrieron todo tenemos que "recuperar y reparar nuestras historias", pensar en un mundo rural feminista, construido a partir de un relato común. La derecha, la extrema derecha, y aquellos partidos que los apoyan, nos devuelven a esa época en blanco y negro, donde la violencia de género no existía, donde las mujeres eran las eternas olvidadas, relegadas a la crianza y a los cuidados, tal y como nos dictan algunos discursos actuales. El relato del pasado no nos representa.

Qué importante es tener memoria feminista. Nos lo recuerda el documento de trabajo 'Mujeres rurales, mujeres visibles', de la Escuela Feminista Rural Valle del Jerte, editado por Fundación Mujeres: "Hablemos con nuestras abuelas, con nuestras madres, con nuestras compañeras y vecinas. Rompamos el silencio de sus vidas, conozcamos de verdad sus historias, recuperemos su memoria, reivindiquemos nuestra genealogía". La dureza de sus vidas fue el abono de libertad para las generaciones futuras. Ellas querían para nosotras una vida propia, sin imposiciones, sin anclajes, sin oscuridad. 

La conquista de los derechos no fue fácil, y como decía Simone de Beauvoir "estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”. Y así es como en pleno siglo XXI nunca estuvo tan vigente esta frase. Por eso votar es tan importante, porque los derechos son frágiles y el voto es un derecho fundamental que nos interpela como ciudadanía. Tiene un valor trascendental que determina nuestro proyecto de vida. 

Las mujeres rurales no necesitan tutores, no es justo que hablen por ellas, no es justo que las engloben en un mundo androcéntrico, en medidas que no cuenten con su realidad, sus vivencias, sus situaciones, su pluralidad. Desde la Escuela Feminista Rural Valle del Jerte hablan de "inventar formas de reivindicar y politizar nuestras labores". En definitiva, que las mujeres se reconozcan en un nuevo relato donde "se tenga en cuenta la sostenibilidad de la vida humana y natural: descubrir que es necesario un cambio. Y este cambio comienza en crecer gracias a propuestas como el feminismo y la soberanía alimentaria, entre otras, para que otro mundo sea posible". Las mujeres del mundo rural resisten, pero no quieren estar atadas a la tierra, quieren la tierra.


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